LA ÚLTIMA VUELTA RÁPIDA DE LA TARGA FLORIO.-
Era la tercera vuelta de las ocho previstas para la edición de 1977 de la Targa Florio. Eugenio Renna, más conocido por su pseudónimo, “Amphicar”, de cuando tenía que ocultar a sus padres su actividad deportiva, está al mando de la prueba, al volante de su rojo Osella PA5, chasis 052. Conoce bien las curvas del “Piccolo Circuito delle Madonie”, donde había debutado en 1967. Como siciliano, también. Y como ganador de la anterior edición, la de 1976.
Su prototipo impulsado por el motor BMW de 2.0 litros se mueve ágil por las interminables curvas de montaña, donde el público, como siempre, se amontona arbitrariamente para ver la gran carrera de la isla. Sí, cierto, desde 1973 no cuenta para el Mundial de Constructores, ni siquiera para esa asociación de las cuatro grandes pruebas de resistencia que fue el “Challenge Mondial de Vitesse et d’Endurance” (Le Mans, Sebring, Nürburgring y Targa Florio). Es sólo una carrera del Campeonato Italiano de Velocidad. La distancia se ha reducido de las 11 vueltas de la época del Mundial, a “sólo” 8 vueltas al circuito de 72 kilómetros. Ya no hay grandes marcas implicadas oficialmente: lejos quedan Porsche, Alfa Romeo o Ferrari. Pero es la Targa Florio, y aunque ya no supone el impacto turístico de antaño, sigue recibiendo jugosas subvenciones. “A Cursa”, como la llaman los lugareños, no puede morir nunca.
Aquél 15 de Mayo había amanecido con el clima caprichoso. En las montañas llovía, con una temperatura de 10 grados centígrados. En las zonas más bajas, lloviznaba intermitentemente. Otro quebradero más, pues la pista se presentaba resbaladiza. A las 9 de la mañana, los pilotos empezaban a tomar la salida, como siempre espaciados uno tras otro: son 64, de los 70 clasificados el viernes. Los coches siguen corriendo en distintas categorías, los pilotos siguen enfrentándose al mito de un circuito ya caduco. Ganar la Targa Florio era un hito importante, fuese carrera mundialista o aislada.
Uno tras otro llegan a Cerda y su larga recta, como una arteria por la que van pasando a toda velocidad los coches, mientras el público aplaude desde balcones y aceras. Al poco de salir del pueblo, el Chevron B27S pilotado por Mauro Nesti hace un trompo, pero puede continuar. La pista está muy delicada. El líder en la primera vuelta es Raffaele Restivo, con su Chevron B36. Pero Renna le sigue de cerca, a sólo 8’6 segundos. Tercero en los tiempos pasa Giorgio Schön, milanés, a bordo de otro Osella PA5. Por su parte, el debutante en la Targa (pero experimentado piloto en pruebas de montaña) Gabriele Ciuti tiene que detenerse en boxes al final del primer giro: su Osella PA4-BMW, color amarillo y chasis 047, ha tenido un toque y el capó trasero se ha descolgado, arrastrándolo por una parte de las carreteras sicilianas. El tiempo pasa, y hay que tomar una decisión. No es reparable, así que lo mejor es quitarlo y seguir en carrera. Habían transcurrido dos largos minutos en los boxes de Floriopoli, en los que se optó por una opción que sería determinante. Ciuti retoma la Targa con el motor al aire, y sin el alerón trasero.
La pista se va secando, y los tiempos empiezan a mejorar. Restivo sigue liderando la prueba, con Renna que no pierde el paso. La Targa siempre fue una carrera de paciencia y ritmo, de mantenerse alerta en cada curva. Al acabar la segunda vuelta, Restivo para en boxes y aprovechan para el cambio de piloto, pasando a ocupar el asiento su compañero Alfonso Merendino. Eugenio Renna toma el liderato, y con el sol que aparece y evapora la humedad del asfalto, vuela. Es el momento del ataque antes de parar en boxes. Cerda, Sclafani, Caltavuturo, y la bajada hacia Scillato, Collesano y Campofelice.
Y al fin, la recta que lleva a Buonfornello, el descanso, el único momento en que dar rienda suelta a los caballos, siete kilómetros de tiralíneas hasta llegar otra vez a las curvas, tras pasar el poblado, y camino de la estación de Cerda. Eugenio Renna exprime su coche a través de esas curvas, y al llegar a Floriopoli marca la vuelta rápida: 37 minutos 6 segundos. Cumple la tercera vuelta, y ha abierto la brecha: Schön es segundo a 2’44, Merendino tercero a 3’41, y Moreschi (Porsche 911 Carrera RS) a 6’10. La carrera se ha puesto de cara para un segundo triunfo en la Targa Florio, pero toca detenerse y ceder el volante a su compañero, Giuseppe Virgilio.
Mientras tanto, a Floriopoli llegan noticias de un fuerte accidente en la segunda vuelta. Se trata del Alfa Romeo Giulia Sprint GTA de Giuseppe Saporito, que ha chocado contra un árbol tras pasar Buonfornello. El piloto tiene que ser evacuado, pero sólo que hay que lamentar una fractura nasal. La carrera prosigue.
Es la tercera vuelta. Gabriele Ciuti ha completado todo un giro sin la carrocería trasera, y no parece sufrir su ausencia. Al fin y al cabo, el circuito es una continua concatenación de curvas de relativamente baja velocidad. Salvo Buonfornello. Tras la interminable recta, habían una serie de curvas mucho más abiertas, de mayor velocidad, que conforme el trazado se acercaba a Floriopoli se iban transformando en las curvas cerradas que marcaban la tónica del circuito. Ciuti corre como si nada, ha escalado al noveno puesto al iniciar la vuelta, pero la ausencia de un alerón es algo a considerar siempre.
Y llegando a la estación de Cerda, en uno de esos tramos de curvas, pierde el control del coche, que ingobernable se dirige hacia un grupo de espectadores. El impacto, entre personas y árboles, es brutal. El Osella se desintegra, sega la vida de dos personas jóvenes, y deja malheridas a otras dos. Ciuti también está grave, entre los restos de su prototipo. El caos se apodera de la Targa Florio.
Mientras, Nicola Gitto, que corría con su Fiat 124 Spider Abarth, llega a la zona del accidente y recoge a Ciuti para llevarlo a los boxes con celeridad. La carrera continúa, cuando las primeras noticias llegan a Floriopoli junto al piloto malherido. A 38 kilómetros de allí, en la cuarta vuelta, el Osella nº6 a los mandos de Virgilio pasa por Scillato, pero debe detenerse: un semieje ha dicho basta ante el esfuerzo al que ha sido sometido. Es el abandono para Renna, campeón en título, y Virgilio. Los comisarios, perdidos, no toman una decisión todavía, mientras se emiten comunicados de prensa informando del accidente y del abandono de Virgilio. Merendino, con su Chevron, es el líder de la prueba, y pasa por meta para iniciar el quinto giro.Pero ha sido bastante. Entre confusión, mala organización, y presiones incluso policiales, la dirección de carrera muestra la bandera roja.
La Targa Florio ha terminado, precipitadamente, pero de manera necesaria para poder dar el debido socorro a las víctimas. Se decide dar por buena la clasificación al paso por meta en la cuarta vuelta, lo que significa que Restivo y Merendino son declarados ganadores de una terrible Targa Florio, que será la última en su formato original. Ya hace tiempo que no es apta para las competiciones modernas, y eso que, en sus 61 ediciones, sólo habían fallecido nueve personas, incluyendo espectadores. El último deseo de Vincenzo Florio en su lecho de muerte, aquel de que su carrera siguiese viva tal y como él la ideó, ya no podía seguir cumpliéndose.
Pasados los años, un Osella PA5, color amarillo “Ferrari Tour de France”, pasa casi desapercibido entre otros coches, mucho más llamativos y seguramente con un historial deportivo más rico. Pero uno, que automáticamente ve en ese color amarillo y esa forma un recuerdo de aquel horrible 15 de Mayo de 1977, observa el coche y busca el chasis. Y no puede creer lo que lee: chasis 052, Osella PA5.
Allí está, el último coche que hizo una vuelta rápida en el “Piccolo Circuito delle Madonie”. Además de en la Targa Florio, en 1977 participó en otras carreras, siempre con Eugenio Renna como piloto principal (no en vano, fue su primer propietario cuando se fabricó el coche el 15 de Enero de 1977). Así:
– Victoria en Magione, Campeonato Italiano Gr.6, 11-4-1977, con Eugenio Renna como único piloto.
-2º en los 500 km. de Dijon, 17-4-1977 (ganador en su categoría Gr. 6, Sports 2.0). Eugenio Renna y Giuseppe Virgilio. Primera carrera del World Sports Championship de 1977.
-Abandono en los 500 Km. de Monza, 24-4-1977. Renna-Virgilio. Segunda carrera del WSC.
-5º en los 400 km. de Vallelunga, 2-6-1977 (2º en su categoría Sports 2.0). Tercera carrera del WSC. Eugenio Renna con Luigi Moreschi.
-7º en la Coppa Florio, Pergusa, 19-6-1977, cuarta carrera del WSC. Renna-Moreschi.
-1º en Pergusa, Gr.6, 17-7-1977. Carrera fuera de campeonato. Solo Eugenio Renna. Pole y victoria.
-Abandono en los 500 km de Le Castellet, 24-4-1977. Quinta carrera del WSC. Eugenio Renna con Pasquale Anastasio.
-7º en Vallelunga, Gr.6, 6-11-1977. Renna-Moreschi. Fuera de campeonato.
Luego tuvo una vida más larga, acabando en carreras de montaña, donde a principios de década fue puesto a la venta por su propietario de entonces (ya era amarillo), pero sin el motor. El nuevo propietario tuvo que hacerse con un BMW de la época para completar el puzzle.
Cosas de la vida, en el Jarama Classics del pasado 3 y 4 de Abril, donde participaba, el coche adoleció de los mismos problemas de rotura de semieje que le provocó el abandono en la Targa: hasta dos veces tuvieron que cambiar los traseros, tanto el derecho como el izquierdo. Eso sí, sin haber podido apenas probar, el coche salió a la clasificación y se colocó tercero para la salida, rodando a un ritmo excelente. Otro “deja vù”, y la carrera empezó con la pista ligeramente mojada, pero se secó rápido, y una mala elección de neumáticos comprometió la carrera del equipo, acabando muy retrasados.
Terminadas las carreras, mientras el coche reposaba tras volver a estirar sus músculos por el asfalto, el que escribe estas líneas tuvo la fortuna de poder subirse al mismo, recuerdo indeleble para quien siente debilidad por la Targa. Con el volante aferrado entre las manos, fue inevitable trasladarse a un maldito 15 de Mayo de 1977, a un circuito épico en el que el paso del tiempo ha depositado a partes iguales una pátina de olvido y de leyenda, del que sólo poco a poco emerge para recuperar la dignidad de la memoria de “A Cursa”.
Fue la última vuelta rápida de la Targa Florio, y él es su eterno custodio.