Almacén F-1

Presente, pasado y futuro del deporte del motor

LOS LUNES AL BOX: GRAN PREMIO DE ITALIA 2020

Fiel a su cita en los primeros días del mes de septiembre, pese a la pandemia, llegó Monza y el Gran Premio de Italia en el rápido circuito lombardo. Una cita que en los inicios, incluso en el primer mundial de 1925, era la carrera que hacía concluir o bien el campeonato, o bien la temporada europea antes de dirigirse hacia América.

Allí se llegaban con dos noticias importantes. La primera era la prohibición del uso de mapas de motor especiales en la clasificación, una medida tomada claramente para intentar frenar la superioridad de Mercedes en la sesión de clasificación. Pero si se analiza con detalle, el dominio del equipo alemán no se asienta sobre los mapas de motor. O no solamente sobre ellos, de modo que la prohibición de su uso, que además afectaba a todos por igual, no suponía una limitación para ellos. De hecho, Mercedes reconocía que llevaba tiempo no usando toda la potencia de sus motores, y aun así, lograba subyugar a la parrilla como se está viendo este año.

La otra noticia fue más triste. Si hace una semana se supo la compra por parte de Dorilton Capital del equipo Williams, esta semana se hizo público que la familia Williams, con Frank y Claire a la cabeza, dejarían el equipo tras el Gran Permio de Italia. En el caso de Frank, ya llevaba apartado técnicamente hace mucho tiempo, siendo una presencia más formal que práctica. En el de Claire, supone una salida prematura que ella misma había afirmado que no ocurriría en el corto plazo. Si se ha apartado ella, o lo ha sido por los nuevos propietarios, poco importa: su gestión no ha sido buena, y cuando en 2014 tenían el segundo mejor coche de la parrilla, en vez de sentar las bases con las que afianzar el crecimiento del equipo, se fue diluyendo hasta ser con diferencia el peor, y hasta el esperpento de no tener listo el coche para la pretemporada de 2019. El apellido Williams, salvo en el nombre del equipo, desaparece del paddock. El mundo de la F1 es mucho más pobre con ello.

Mientras tanto, alerones muy planos y reglajes para alta velocidad estaban listos para atacar las rectas de Monza, y afrontar las chicanes, especialmente mordiendo los pianos. El sol fue protagonista el viernes, y en la primera sesión, se empezó a vislumbrar lo que vendría durante el fin de semana. Es decir, los Mercedes dominaron la sesión con Valtteri Bottas marcando un 1’20’’703, con Hamilton a 0’245 segundos, ambos sin forzar los monoplazas ni explorar especialmente los límites de pista, ahora mucho más severos en la Parabólica, con sanciones de pérdida de tiempo recurrentes durante la sesión –hasta 45 tiempos serían eliminados durante las dos sesiones del viernes-.

Max Verstappen, que se colocó quinto a casi un segundo de Bottas, provocó una bandera roja faltando algo menos de una hora. Fue por su choque a la salida de la Variante Ascari, perdiendo la zaga en la larga curva de derechas y deslizándose sobre el piano de salida hasta el muro de la escapatoria. Pudo volver por sus medios al box, lo que le permitió retomar la sesión veintidós minutos después, pero eso no impidió ya que Alexander Albon estuviera en tercer lugar. Los Alpha Tauri también se mostraron muy rápidos, con Kvyat cuarto y Gasly sexto. A partir de ahí se abrió un grupo medio variado, con los Racing Point, McLaren –el motor de Carlos Sainz pudo salvarse- Renault, con Charles Leclerc undécimo, los Ferrari son probar los neumáticos blandos, pero con Vettel, con sus vueltas rápidas anuladas, en un preocupante penúltimo lugar.

En la segunda sesión se invirtieron las posiciones entre Hamilton y Bottas, esta vez el inglés líder con un tiempo de 1’20’’192 que dejaba a su compañero a 0’262 segundos. Y por mucho que Hamilton hablara de vibraciones y buscara perfeccionar todavía más su Mercedes, lo cierto es que la estabilidad, tracción y velocidad del W11 eran sublimes. Y eso que tardaron bastante en salir a pista. Lo mismo que Lando Norris, que acabó ilusoriamente en tercer lugar, tras pasarse casi toda la sesión en el box y salir al final de la sesión con una pista mucho más cálida y en mejores condiciones. El resultado, con todo, fue demoledor: 0’897 segundos de diferencia. ¿Max Verstappen? En quinto lugar a 1’036 segundos. La distancia era de esperar que se redujesen en la clasificación, pero habría que ver hasta dónde se podría poner en apuros a los Mercedes.

Los apuros seguían siendo para Ferrari. Vettel, duodécimo, seguía sufriendo con el monoplaza, pero también Leclerc, noveno. La lucha con el SF1000 era contínua, y ambos tuvieron incidentes a la salida de la primera de las Lesmo: en el caso de Vettel con trompo, en el de Leclerc, con visita por la escapatoria. Los dos tuvieron un repentino e inevitable sobreviraje en aceleración: la imprevisibilidad del Ferrari, una constante en Monza. No en vano, seguían siendo el único equipo que no mejoraba sus tiempos respecto a 2019. En el grupo medio las cartas estaban muy barajadas y escondidas, con los Racing Point relativamente retrasados para lo que se esperaba de ellos, y también los Renault, que tras su buena actuación en Spa-Francorchamps, se preveía que serían competitivos en Monza.

En cuanto a los ritmos de carrera, Bottas era ligeramente más rápido que Hamilton, pero teniendo en cuenta que el inglés no tuvo unas tandas limpias, y aún así estaba muy cerca, por lo que se vislumbraba que Hamilton era realmente más rápido. Y desde luego, con los medios, dejaban a todos muy atrás, con Ricciardo en tercer lugar en este apartado, mientras Verstappen lo era con los blandos, pero siempre lejos –a casi un segundo-. Tras ellos, eran los Alpha Tauri los que mostraban indicios de un buen paso en carrera, dejando a Racing Point y McLaren por detrás, mientras Ferrari mostraba cierta velocidad a una vuelta, pero se quedaba retrasado para la carrera.

El sábado seguía luciendo el sol, y la tercera sesión comenzó con su tradicional vacío inicial de actividad. A mitad de sesión, era Verstappen el que lideraba la tabla, pero pronto los Mercedes tomaron la delantera, en concreto Valtteri Bottas con un tiempo de 1’20’’089. Sin embargo, lo llamativo fue que el grupo se empezara a compactar en los compases finales de la sesión, con distancias cortas del segundo –en ese momento un sorprendente Norris a 0’323 segundos- al undécimo –Pérez- había apenas medio segundo, entre los que se encontraba en cuarto lugar Lewis Hamilton y en el quinto Verstappen. Los últimos intentos de vuelta rápida fueron interrumpidos, y frustrados, por la bandera roja provocada a la salida de la Variante della Roggia por el Renault de Daniel Ricciardo –que estaba tercero a 0’330 segundos, finalmente cuarto-, en lo que parecía un fallo en el cambio de marchas. A falta de 3 minutos se reanudó la sesión, con mucha actividad –salvo Ricciardo, y Norris-, en lo que fue una buena prueba de lo que se podría vivir en el tráfico de clasificación. Fue en ese momento cuando Carlos Sainz sorprendió con un segundo lugar a sólo 0’229 segundos del Bottas. O lo que es lo mismo: la lectura de los terceros entrenamientos libres era extraña. Como fue la peligrosa maniobra de evasión que tuvo que hacer Hamilton para evitar chocar con coches más lentos al final de la sesión llegando a la Parabólica.

La sesión de clasificación, por supuesto, fue con un brillante sol italiano en el cielo. El juego de rebufos iba a ser importante, pero lo vivido justo al final de la primera ronda fue tan esperpéntico como peligroso, con Kimi Räikkönen a punto de tener un accidente con Esteban Ocon, el Alfa Romeo una extensión del Renault en la rapidísima Curva Grande, y un contacto que sólo la experiencia del finlandés pudo evitar. Ambos pasaron a la siguiente ronda, pero en todo ese barullo de monoplazas, Sebastian Vettel se vio en mitad de ello y no pudo mejorar su tiempo, acabando en una penosa decimoséptima posición, mientras Leclerc lograba colocarse décimo.

Por arriba, con neumáticos medios, Bottas marcó el paso inicialmente con su 1’19’’786, pero finalmente fue superado por el 1’19’’514 de Hamilton, que aventajó en 0’534 segundos a Sergio Pérez, tercero. Sainz empezaba a apuntar su velocidad en este día con el cuarto lugar, especialmente en vueltas trabajadas en solitario. No hubo más sorpresas entre los eliminados, salvándose por apenas 0’035 segundos de la eliminación un Alexander Albon al que le fueron eliminadas varias vueltas durante toda la clasificación. Así pues, Grosjean, Vettel, Giovinazzi, Russell y Latifi quedaron fuera de la siguiente ronda.

Nadie jugó estratégicamente en un circuito en el que una parada es la norma, así que todos usaron los blandos en la segunda ronda. Y los récords empezaron a caer. Primero fue Hamilton con su 1’19’’092 el que batía el récord de Kimi Räikkönen de 2018 -1’19’’119-. Pero en el segundo intento, Valtteri Bottas decidió ponerse incómodo, y con su 1’18’’952 se colocaba primero antes de pasar a la sesión definitiva. ¿La diferencia? A Carlos Sainz, sólido tercero, lo aventajaron en 0’753, superando a su vez este por poco a Pérez en la cuarta posición.

Max Verstappen no era capaz de tener la velocidad para estar justo detrás de los Mercedes, y se encontraba en quinto lugar, lejos. Más lejos estaba Albon, que pasó a la última ronda muy justo. Igual que Daniel Ricciardo, que pasó en noveno lugar, pero que en un nuevo último intento de locura con mucho tráfico, cometió un error en la Variante della Roggia y tuvo que abortar su vuelta. Quizás eso perjudicó ligeramente a su compañero Ocon, que venía por detrás y no mejoró su tiempo, quedando eliminado.

Y Ferrari completó otro fin de semana pésimo, al no ser capaz Charles Leclerc de pasar a la Q3, con un decimotercer lugar a 1’321 segundos de Bottas. Ningún Ferrari entre los diez primeros, en Monza, no ocurría desde 1984. Y lo peor es que la clasificación, la vuelta única, era lo que mejor se le daba a Ferrari este fin de semana. A Ocon y Leclerc les acompañaron Räikkönen, Magnussen y Grosjean entre los eliminados.

La última ronda y los mapas de motor prohibidos eran uno de los puntos de atención de este fin de semana. Y seamos claros: fue un jarro de agua fría para todos, lo cual era previsible. La lucha entre los Mercedes fue preciosa, eso sí, y sin que ninguno de ellos hiciera uso de rebufo ni entre ellos, ni de terceros. Hamilton marcó el ritmo en el primer intento como un 1’19’’068 que era más rápido que su tiempo de Q2, pero más lento que el de Bottas. Un Bottas que no pudo igualar su velocidad en ese primer intento, y con el 1’19’’121 se quedó segundo, a 0’052 segundos de su compañero de equipo.

En el segundo intento, Valtteri sacó lo mejor de su velocidad natural, y marcó un 1’18’’956 que no batía el récord de Hamilton, pero sí provisionalmente su vuelta de pole position. Pero en el día en el que el valor del piloto quería enaltecerse de nuevo, en el que se quería reducir el poder de Mercedes, Lewis Hamilton no podía esconderse. En lo que volvió a ser una vuelta para enmarcar –y van enésimas ya-, pasó por meta y registró no sólo un tiempo de 1’18’’887 que le daba la pole position y el récord de Monza. No.

Con esa vuelta, Lewis Hamilton acababa de dar la vuelta más rápida de la historia del Campeonato del Mundo de F1 a una media de 264.362 kilómetros por hora, rubricando su pole número 94 y la séptima en Monza, superando por 0’069 segundos a Bottas. ¿Y el resto? ¿Qué había pasado con la prohibición de usar mapas de motor a partir de la clasificación?

Si la vuelta de Hamilton fue toda una demostración, la que hizo Carlos Sainz en su segundo intento fue no menos impresionante. Con un tiempo que le había colocado quinto en el primer intento, el madrileño extrajo la quintaesencia de su pilotaje y de su McLaren para mejorar dos décimas su tiempo y registrar un 1’19’’695 que le colocaba en un magnífico tercer lugar. A día de hoy, la pole position de los demás que no son Mercedes. Así, igualaba su mejor clasificación, y tras la enorme decepción de Spa-Francorchamps, dejaba claro, en la tierra que será su hogar deportivo el año que viene, que está listo para luchar delante.

Pero eso no significa que fuese fácil, porque desde él hasta el séptimo, Daniel Ricciardo, había apenas 0’169 segundos. Nada. Carlos podría haber sido séptimo, pero supo ser tercero y dejar tras de él a Sergio Pérez, que cuajó una buena clasificación, y a Max Verstappen, que no tuvo velocidad del Red Bull para volver a ser el perseguidor incansable de los Mercedes, y a su compañero Lando Norris, tan aclamado por su innata velocidad con motivo, y a Daniel Ricciardo, cuyo Renault parecía llamado a posiciones más delanteras. Todos ellos hicieron una gran clasificación, pero no tan excelente.

Más allá del segundo de distancia con Hamilton estaban Stroll, octavo, Albon, decepcionantemente noveno y Gasly, de nuevo con una actuación muy positiva cerrando los diez primeros. Con una visión amplia, fue una clasificación fantástica en el circuito de velocidad puro, porque Hamilton y Bottas lucharon en la cumbre, y asistimos a la vuelta más rápida de la historia de la F1 hasta ahora. Y el resto del grupo tuvo también que hacerlo. Pero el sabor que deja es amargo ante la tremenda distancia a la que está Mercedes, ya sin mapas especiales. Nadie los tiene ya. Y la distancia es la más grande de todo el año. ¿Quién ha perdido más con la retirada de los mapas de motor? Que no nos extrañe que en unas carreras vuelvan a estar liberados.

Domingo de principios de septiembre, Parco Reale di Monza. Lo más probable es que el olor a gasolina, goma quemada, frenos y otros elementos de coches de carreras llenen el ambiente. Y este 6 de septiembre en el que se cumplían 95 años de la resolución del primer campeonato del mundo de automovilismo –que ganó Alfa Romeo venciendo en Monza- no iba a ser distinto. El parque albergaba de nuevo el Gran Premio de Italia. Pero esta vez, con mucho silencio, sin los apasionados ‘tifosi’, pero con un poco de público –personal sanitario, bomberos, militares- en homenaje a los que han luchado y lo siguen haciendo contra el Covid-19. El sol brillaba, con alguna nube. Un día perfecto. Y con la noticia de que Renault sería Alpine en 2021.

No empezó bien para Valtteri Bottas, que en la vuelta camino de la pre-parrilla se pasó de frenada en la Variante della Roggia, saltando sobre los badenes. El W11 no tuvo daños, pero al pagarse los semáforos, el finlandés no salió bien, y en los primeros metros fue superado por un excelente Carlos Sainz –reaccionó impecable a la salida-, y se vio atacado por Lando Norris en la primera curva, pero pudo sostenerlo. No iba a ser así llegando a la Variante della Roggia, donde el británico se hizo con el tercer lugar. Poco después, empeoró la situación: Sergio Pérez relegó al segundo Mercedes a la quinta posición. Mientras tanto, Hamilton ya estaba abriendo hueco en un lejano primer lugar.

Tampoco salió bien Max Verstappen, atacado por todos lados, hasta el punto de caer al octavo lugar, superado por Norris –una gran salida, la mejor de toda la parrilla-, Ricciardo –que metió las ruedas por la hierba- y Lance Stroll. Tampoco el otro Red Bull tuvo un buen inicio: en la siempre concurrida frenada de la Variante del Rettifilo, Albon se intentó colocar por fuera para superar a algunos monoplazas, pero allí estaba el Alpha Tauri de Pierre Gasly, que impactó contra él. El Red Bull se fue por la escapatoria, y la investigación que se abrió quedó en nada. Sin saberlo, este fue un momento crucial para el devenir de la carrera. Pero hubo más.

El Mercedes de Bottas no funcionaba como acostumbra. De hecho, el finlandés pensaba tener problemas en las gomas, pero lo que le acontecía era un problema de recalentamiento del motor que le obligó a salirse de los rebufos y tomar trazadas diferentes para refrigerarlo. Pero si este era un problema preocupante, en el caso de Vettel, que rodaba decimoséptimo, fue fatal: era la vuelta 6 cuando el alemán se quejó de un problema en la rueda trasera izquierda. La imagen del interior en llamas en la Variante Ascari recordó a la de Jean Alesi en 1995, cuando yendo líder un cojinete le hizo abandonar. El resultado fue el mismo: el freno se había roto, y Vettel se saltó la primera curva, rompió algunas señales de corcho en la escapatoria, y se dirigió muy lento a boxes para abandonar en la vuelta 7. La situación en Ferrari no era mejor con Leclerc, que no podía mantener el ritmo con Kimi Räikkönen, con una diferencia que se iba incrementando.

Albon recibió entonces una penalización de cinco segundos por dejar sin espacio a Romain Grosjean en la primera curva, mientras Lando Norris, en tercera posición y más lento que Sainz, empezaba a retener al grupo que le perseguía, empezando por Sergio Pérez, creando un tren que llegaba hasta Max Verstappen, que rodaba séptimo. Por delante, Hamilton lideraba con 8’7 segundos a Sainz en la vuelta 14, distancia que seguía subiendo irremediablemente. Con nadie por delante, el Mercedes W11 era una máquina fantástica con la que competir en mitad del bosque. Poco después, Leclerc, que seguía cayendo, fue adelantando por Alexander Albon en la Variante della Roggia, lo que supuso que Giovinazzi se le pegase inmediatamente. La solución de Ferrari fue llamarle a boxes en la vuelta siguiente, la 18, y montarle el neumático duro. Cuando en la siguiente Räikkönen pasó por su box, salió con 8 segundos de ventaja sobre el Ferrari, cuando antes de la parada era de poco más de 4 segundos. El ritmo del SF1000 era pésimo.

Y entonces comenzó la sucesión de circunstancias que dibujó otra carrera.

Vuelta 20. Lewis Hamilton es líder con 14’1 segundos sobre Carlos Sainz, una tarde tranquila camino de una nueva victoria. Convertirse en el piloto con más victorias en Monza. Quizás sumar otro Grand Chelem. Pero el Haas de Kevin Magnussen se quedó parado saliendo de la Parabólica. Aparcó su monoplaza a la derecha, cerca de una apertura de comisarios. Justo en ese momento, Pierre Gasly paraba para colocar el neumático duro. Y cuando salía de la calle de boxes, dirección de carrera decidió que era necesario sacar el coche de seguridad: había que evacuar el Haas hacia el pit-lane, por lo que tomaron también la decisión de cerrarlo y prohibir la entrada a los boxes.

En ese momento llegaba Lewis Hamilton, que no vio la luz roja a la izquierda del trazado saliendo de la última curva –que indica que el pit lane está cerrado-, y dirigió su Mercedes hacia los boxes. Operación rutinaria, salvo que su equipo no se dio cuenta de que no podían entrar en boxes. Neumático medio, y salir detrás de Carlos Sainz, que no había entrado en boxes. Adiós Grand Chelem, pero nada de preocupaciones. Antonio Giovinazzi, mucho después, también entró a los boxes.  Pero no podían hacerlo, así que se abrió una investigación.

En la vuelta 23 se reabrió la calle de boxes y todos pasaron a cambiar los neumáticos, siendo la opción elegida el medio. Mientras estaban en boxes, y Pérez tenía una mala parada perdiendo posiciones, se anunciaba que el coche de seguridad iba a acabar. Todos se colocaron detrás del Mercedes plateado, el primero Hamilton, seguido de Lance Stroll que no había parado, Gasly, Giovinazzi, Räikkönen, Leclerc, Latifi, Sainz, Norris, Bottas, Ricciardo, Pérez, Verstappen, Ocon, Kvyat, Russell, Grosjean y Albon. Al pasar por la meta y comenzar la vuelta 24, Leclerc se deshizo –por fin- del Alfa Romeo de Räikkönen, poniéndose cuarto. El monegasco estaba lanzado, su próxima víctima otro –quizás- asequible Alfa Romeo. Entrando en la Parabólica, el SF1000 se comportó con normalidad. Pero al aplicar el acelerador a fondo después del principio de la curva, el Ferrari no avisó, como había hecho en otros momentos del fin de semana. El sobreviraje fue repentino. Contravolante a alta velocidad, y al recuperarlo, el latigazo hacia el lado contrario. El problema es que en ese lado contrario estaba el muro de la salida de la Parabólica. El accidente fue fortísimo.

Tras pocos segundos, con el piloto en buen estado, la respuesta fue el coche de seguridad. En ese instante, se anunció que tanto Giovinazzi como Hamilton tenían un Stop and Go de 10 segundos como sanción. Justo después, y ante la necesidad de reconstruir las protecciones, dirección de carrera sacó la bandera roja. Era la vuelta 26.

Hamilton no podía creerlo, y se fue a revisar si había algún semáforo a la entrada del pit-lane. Fue a hablar con dirección de carrera. La sanción era irrevocable. Durante todo ese tiempo, los mecánicos de Mercedes trabajaron en el coche de Bottas, tratando de arreglar los problemas de refrigeración. Y el foco de atención se colocó en el segundo clasificado: Lance Stroll no había parado en boxes, pero ahora podía colocar los neumáticos medios nuevos y ahorrarse la parada. Cuando Hamilton fuese a cumplir su sanción, podría ser líder virtual. O incluso antes, porque la carrera se retomaría con salida en parado.

Pero cuando se apagaron los semáforos de la recta de meta por segunda vez, Lance Stroll no salió bien. Los nervios le pudieron, cometiendo errores, el más notorio en la Variante della Roggia, pasándose de frenada y volviendo a la pista frenéticamente, justo delante de Carlos Sainz, que había salido muy bien y estaba sexto. De hecho, Stroll le cedió la posición pero volvió a adelantarlo llegando a la Variante Ascari.

Al iniciar la vuelta 28, Hamilton entró a cumplir su sanción, y salió el último a 23 segundos del penúltimo, Alexander Albon. Pierre Gasly era el nuevo líder por delante de Räikkönen, Giovinazzi, Sainz que pasó en la primera curva a Stroll, Norris, Bottas, Ricciardo, Ocon, Kvyat, Pérez, Latifi, Grosjean, Verstappen, Russell, Albon y Hamilton. Carlos Sainz pasó al tercer lugar cuando Giovinazzi entró a cumplir su sanción. Y Hamilton empezó a empalmar vuelta rápida tras vuelta rápida para intentar llegar a los puntos. Quien no puntuaría sería Max Verstappen, que se bajó vehementemente del coche en los boxes en la vuelta 31 con problemas de motor.

Pierre Gasly estaba sólido en el liderato, con una ventaja no muy grande sobre Kimi Räikkönen, pero se iba alejando ligeramente. Al finlandés se acercaba Carlos Sainz, soberbio en todo el fin de semana, y hambriento por llegar a la victoria. Al llegar al Alfa Romeo en la vuelta 34, no se lo pensó: desde lejos se lanzó en la primera Variante, y pasó por el exterior a Räikkönen. Delante, a 3’6 segundos, estaba Pierre Gasly. Por detrás, nadie iba a incomodarles. Tampoco Valtteri Bottas, que era incapaz de adelantar a Lando Norris, que rodaba cuarto. El Mercedes, falto de velocidad punta, demostraba no ser un coche adecuado para rodar en tráfico. O no en las manos del finlandés.

Era un mano a mano entre Gasly y Sainz. El español empezó a recortar paulatinamente la diferencia. Vuelta a vuelta, unas décimas. 3’3, 2’8, 2’62’3, 2’2. Un segundo y medio en la vuelta 46, la misma en la que Lewis Hamilton entraba en los puntos. El McLaren era más rápido en las rectas, pero en el segundo sector, desde la Variante della Roggia a la Variante Ascari, incluyendo las Curvas Lesmo –que premian tener más carga-, el Alpha Tauri lograba sacar algo de diferencia, impidiendo una pérdida de la ventaja mucho más rápido.

No hubo errores. Eran dos jóvenes pilotos en busca de su primera victoria, porque el podio ya lo tuvieron juntos en el GP de Brasil de 2019. Al iniciarse la última vuelta, la distancia era de 0’8 segundos. Carlos Sainz activó el DRS y se mostró en los retrovisores de Gasly en la primera curva. Un aviso. Lo mismo en la Roggia, pero estaba lejos. Imposible en las Lesmo contra este Alpha Tauri. Bajando hacia Ascari, otra vez con el DRS activo, acercándose, apenas unos metros más y podría lanzar el coche, pero no era suficiente. Pierre Gasly estaba firme en la trazada, impasible ante un posible ataque, focalizado en su objetivo. Recta hacia la Parabólica.

No cometer un error, y ante Pierre Gasly se abrió el infinito de la larga recta principal del Autodromo Nazionale di Monza. La bandera a cuadros. La victoria. Pierre Gasly, nacido en Rouen, que albergó carreras de F1, a sus 24 años se convertía en el primer francés en lograr una victoria en Gran Premio desde Olivier Panis en el GP de Mónaco de 1996. Otra vez, Alpha Tauri, que el año pasado aún era Toro Rosso, volvía a ganar en Monza, doce años después. La explosión de júbilo en todos los miembros del equipo, y en gran parte del paddock, fue tremenda. La victoria lograda por Gasly, con un punto de suerte por las circunstancias, fue magnífica desde muchos puntos de vista, pero sobre todo para el espectáculo y la variedad. La F1 necesitaba este domingo.

A tan sólo 0’415 segundos llegó el McLaren MCL35 número 55 pilotado por Carlos Sainz. El español lograba así su mejor resultado en carrera, tras un fin de semana espectacular en Monza, que pronto será su hogar. Las mismas circunstancias que beneficiaron a Gasly perjudicaron al español, pero así son las carreras. Porque sin la bandera roja, la victoria estaba muy a favor del español, que rodaba muy sólido en segunda posición y que era líder virtual tras pasar por boxes. Pero Carlos Sainz lo hizo todo bien, y su persecución a Gasly fue su mejor carrera. Una maravillosa demostración de velocidad, control y madurez. Las victorias, Ferrari mediante, llegarán.

Aunque feliz por el tercer lugar, Lance Stroll era el más derrotado de los tres. Tenía todas las condiciones para haber ganado, empezando por un coche más rápido que el de Gasly. Pero se vio superado por los acontecimientos, no supo tomar la oportunidad que se la había presentado, y en vez de retomar la carrera con paciencia, se precipitó. La conclusión es que lo que pudo ser un gran día de gloria se quedó en un bonito e inesperado podio, pero agridulce. No siempre se presentan, con estos Mercedes, ocasiones así.

Cuarto, completando un gran fin de semana para McLaren –que se coloca tercera en el mundial de constructores- llegó un brillante Lando Norris. Brillante en su primera salida, de sexto a tercero, y brillante en su gestión de carrera, aguantando a Valtteri Bottas durante casi todo el Gran Premio. El inglés es un valor de referencia para el equipo, y su crecimiento es exponencial. La decepción fue Bottas. Cierto que tuvo un problema de refrigeración, pero hizo una pésima salida y desde ahí todo fue hacia abajo, hasta el punto de ser incapaz de adelantar a coches peores. Netamente peores. Claro que también se suma que la configuración de Mercedes no era la mejor para la alta velocidad y tener que rodar tras otros coches, de modo que se vio lastrado. Pero no hay peros: mal fin de semana del finlandés.

En sexta posición llegó Daniel Ricciardo, que acabó rodando cerca de Bottas, pero el Renault no era el coche para atacar al Mercedes. Fue un buen resultado, completado por el de su compañero Ocon, que acabó octavo. Entre ellos llegó Lewis Hamilton. El inglés protestó por la sanción, pero después demostró lo espectacular que puede ser el Mercedes en sus manos, y solo en sus manos. Porque él si que adelantó a Albon, el primero, y a muchos otros hasta llegar, desde tan lejos, en apenas 26 vueltas, al séptimo lugar, que no es una alegría, pero toma puntos, no ha perdido apenas en el mundial con la mala carrera de su compañero y el abandono del Verstappen, y deja claro que, sin sorpresas de por medio, hubiera ganado sin problemas. Su muro estuvo lento, confiado. Seguro que les aprieta para que no vuelva a ocurrir.

En noveno lugar llegó Daniil Kvyat, opacado por Gasly, y décimo un gris Sergio Pérez, que había comenzado en cuarto lugar. Ya fuera de los puntos, Latifi, Grosjean, Räikkönen –buena carrera, pero se fue desinflando acorde a su material-, Russell, Albon y Giovinazzi. Los Red Bull fracasaron estrepitosamente en Monza, como los Ferrari, que ni siquiera acabaron.

Pero eso no importa. La F1 tuvo una carrera loca, de improbable repetición. Pero en Monza, como dicen los lugareños, todo puede ocurrir. Y ocurrió. Ocurrió que después de unas carreras aburridas, monótonas y previsibles, la locura se adueñó del deporte. Y nos dio una de las más vibrantes carreras de los últimos años. Competición cerrada, dura pero respetuosa, variada. Emocionante. Cuando la F1 se pone así, es el mejor deporte en la faz de la Tierra.

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