LOS LUNES AL BOX: GRAN PREMIO DE BÉLGICA 2020.-
La pandemia del Covid-19 ha cambiado muchas cosas, pero si iba a haber un campeonato del mundo de F1 este año, sin duda debía pasar por Spa-Francorchamps, el circuito más largo del calendario, pero sobre todo el que más premia el pilotaje con sus curvas rápidas, medias y lentas, con las subidas y bajadas naturales, y con su fluida mezcla de alta velocidad y un sector central muy técnico.
Allí se llegaba con la noticia de que el calendario se ampliaba con cuatro carreras: la vuelta de Turquía, dos carreras en Bahrein –la segunda en una interesante versión exterior del trazado que se augura rápida además de breve- y el tradicional fin de temporada en Abu Dhabi. Con ello se completa, salvo rara sorpresa, un calendario muy comprimido en el tiempo pero nutrido en carreras. También se llegaba con la sorprendente noticia de la retirada de la apelación de Renault frente a Racing Point. Sorprendente porque el equipo francés era el azote del equipo anglocanadiense. Los por qué se enmarañan en las reuniones entre los responsables de ambos equipos, pero se adivina la mano de sus superiores.
Pero la gran noticia fue la compra de Williams por parte de un fondo de inversión estadounidense, Dorilton Capital. Por un lado, la noticia es fantástica en términos de superviviencia para uno de los equipos más laureados de la historia de este deporte y que lleva demasiados años en horas bajas. Quizás con la esperada inyección de dinero y el buen trabajo que empieza a entreverse en el equipo, Williams Grand Prix vuelva a estar en la zona media y poco a poco subiendo. Pero por otro lado, esta venta supone la muerte del último equipo de carreras puro, aquél de los ‘garagistas’ ingleses que compraban un motor y lo acoplaban a un chasis y recubrían todo con una carrocería, todo ello con un estupendo trabajo de ingeniería que acabó convirtiéndose en la referencia del automovilismo. Eso se pierde, porque ahora –en realidad hace tiempo, desde que salió a bolsa-, el equipo responde a la necesidad de obtener beneficios, más que resultados, aunque generalmente uno va asociado a lo otro. Los tiempos cambian, es buena su superviviencia, pero el espíritu de Frank Williams ya no está del mismo modo en el equipo.
Pese a que se anunciaba lluvia para todo el fin de semana, especialmente el día de la carrera, el viernes el cielo, si bien descargó alguna ligera gota, estuvo nublado con apariciones de sol momentáneas. Quizás por ello los resultados de los primeros entrenamientos libres fueron un poco desconcertantes. No tanto la primera sesión, en la que los Mercedes acabaron copando como era de esperar la primera fila, con Bottas en primera posición con un tiempo de 1’44’’493 apenas 0’069 segundos mejor que Hamilton, y con el habitual perseguidor, Max Verstappen, mostrando las bondades del Red Bull en el tobogán de las Ardenas con su tercera posición. Detrás de ellos, el orden parecía el lógico, con los Racing Point, los Renault, los McLaren, pero no los Ferrari, en decimocuarta y decimoquinta posición. Los Haas apenas rodaron por problemas de motor, que fue sustituido en ambos monoplazas, y tampoco Antonio Giovinazzi, que tuvo una pérdida de agua en su Alfa Romeo.
Decíamos que hubo cierto desconcierto, que se hizo patente en la segunda sesión con los resultados. De pronto, Max Verstappen dominaba la sesión, su tiempo de 1’43’’744 el más rápido del fin de semana, pero superando por poco -0’048 segundos- a un impresionante Daniel Ricciardo, que superaba por poco a Lewis Hamilton, casi una décima por detrás de Verstappen. Bottas caía al sexto lugar, pero en realidad, no había alarmas en Mercedes, ni tampoco había alegrías en Red Bull. Todos sabían dónde estaban. Y es que Mercedes, que no era el coche más rápido ni en el primer ni en el tercer sector, era impresionante en el segundo, el más revirado. Ahí, especialmente Hamilton, marcaba la diferencia. Ahí es donde el W11 provocaba terror.
Pero si hablamos de miedo, ese estaba instalado en Ferrari. Sus pilotos estaban en decimoquinta y decimoséptima posición. El SF1000 no era rápido ni generaba carga aerodinámica. El resultado de la primera sesión se confirmaba preocupantemente en la segunda: ni velocidad ni ritmo, todo lo contrario de los equipos de cabeza. O mejor dicho, todo lo contrario de Hamilton. Sólo una bandera roja por unos carteles publicitarios a la salida de La Source que se habían descolgado interrumpieron la sesión.
El sábado seguía entre nubes y claros, pero las probabilidades de lluvia se desvanecían. Y si alguien pensaba que Ferrari había tocado fondo, lo hizo literalmente en la tercera sesión de entrenamientos libres: Sebastian Vettel fue vergonzosamente último. Se le veía luchar con su monoplaza, intentar sacar velocidad, pero no había nada. Tampoco la tenía Leclerc, que acabó decimoséptimo, ambos a distancias enormes en todos los sentidos. Y así, cuando hace un par de años Vettel y Hamilton luchaban por la victoria en este Gran Premio, ahora teníamos al tetracampeón último y al hexacampeón en primera posición, tomando ya contacto con su lugar por derecho propio este fin de semana, y eso que su 1’43’’255 no era lo más rápido del fin de semana. Pocas vueltas en la tercera sesión, que confirmaba la buena forma de Renault en este trazado, con Ocon en segunda posición a poco más de dos décimas.
Así, con algunas sorpresas positivas y negativas, pero con el referente imperturbable de Mercedes en la cumbre, se llegaba a la clasificación. ¿Pasaría Ferrari a la segunda sesión? Esa era la gran emoción de la primera sesión. Y lo hizo, aunque sufriendo, especialmente en el caso de un Leclerc que acabó justo en la última posición antes de los eliminados, decimoquinto, superado por el Williams de George Russell, y dejando atrás al Alfa Romeo de Kimi Räikkönen por tan sólo 0’087 segundos. Eso le separó de no ser eliminado, mientras Vettel era decimotercero, más holgado, pero no mucho. Y es que Ferrari era el único equipo en Bélgica que no había mejorado respecto a 2019.
En cabeza, Hamilton lideraba la sesión con un 1’43’’323, dejando atrás a dos décimas a Bottas, pero a casi nueve a Verstappen. No hubo más sobresaltos, y los eliminados fueron los esperados: Räikkönen, Grosjean, Giovinazzi, Latifi y Magnussen.
La segunda sesión siempre es la más interesante en términos estratégicos. Y volvió a serlo en Spa, donde Mercedes logró pasar a la última ronda con los neumáticos medios, con los que empezarían la carrera, pero esta vez no estaban solos: Max Verstappen también logró pasar de ronda con el medio. No lograron lo mismo ambos Racing Point, que tuvieron que realizar una segunda vuelta con los blandos para garantizarse el pase. Así, el 1’43’’014 de Hamilton volvía a marcar la referencia, con Bottas pegado, seguido de Albon con los blandos y Verstappen, mientras que Carlos Sainz empezaba a apuntar su velocidad con un magnífico quinto lugar.
Y finalmente, se consumó el descalabro en Ferrari: ambos fueron superados con holgura por ambos Alpha Tauri, con Kvyat decimoprimero y Gasly tras él. Leclerc se clasificó decimotercero, argumentando por la radio no poder hacer nada más con el coche. El año pasado marcó la pole position, pero este año se tenía que conformar con superar a su compañero de equipo por 0’251 segundos, pero los dos estaban muy lejos de Mercedes. Tras ellos sólo estaba el Williams de George Russell.
Y entonces, llegó la tercera sesión, que podríamos calificar como una nueva demostración de pilotaje a una estrepitosa vuelta por parte de Lewis Hamilton. Ya su primer intento, un 1’41’’451, había batido el record que tenía en poder Sebastian Vettel desde 2018 con un 1’41’’501. Valtteri Bottas ni siquiera podía bajar del 1’42’’029, si bien con errores en La Source y en Fagnes, en ambas saliendo largo. Pero es que en este día y en esta pista, Hamilton volvía a ser intocable.
Su segundo intento fue, a fuerza de repetición, un ejemplo magnífico de precisión y velocidad en el circuito más complejo del campeonato. Firme y rápido en la secuencia de Eau Rouge-Raidillon, espectacular a la salida de Les Combes, curva 9, usando todo el piano y surfeando sobre él hacia Rivage. ¿Pouhon? Un solo golpe de volante. Y así toda la vuelta. Un mazazo para el resto cuando mejoró hasta el 1’41’’252, que sería el tiempo definitivo de la pole. Bottas tuvo una vuelta limpia, rápida, pero se quedó a 0’511 segundos de su compañero de equipo, con Max Verstappen a solo 0’015 segundos de amargar al finlandés. Con eso, se daban varias paradojas: con la primera vuelta en Q3, la pole ya era de Hamilton, pero es que con su vuelta de Q2 con medios hubiera sido tercero. Esa es la realidad del Mercedes W11 en las manos de Hamilton.
Justo detrás de ellos quedó un impresionante Daniel Ricciardo, que con el sexto de Esteban Ocon, completaron una magnífica clasificación para Renault. Y eso que el australiano abortó su última vuelta, porque nadie lo había superado y no podía tampoco llegar a doblegar a Verstappen. Pero ese cuarto –y sexto- lugar, son un gran resultado y un punto de inicio de la carrera prometedor. Entre ellos, quinto, estaba Alexander Albon.
En séptima posición, sacando todo el rendimiento de que es capaz el Mclaren, quedó Carlos Sainz, cuya segunda vuelta no mejoró el primer tiempo. Debido a ello, se vio superado al final por Ocon, que sí que mejoró su vuelta, así que relegó al español al séptimo lugar. Lando Norris no tuvo su mejor día en Spa, y quedó décimo, a más de dos décimas de su compañero español. Entre los dos McLaren estaban los Racing Point de Pérez, octavo, y Stroll, noveno. No llevaron a cabo una segunda vuelta, carentes de neumáticos blandos nuevos que les permitieran mejorar. Es un curioso resultado para un equipo que tradicionalmente, desde sus tiempos de Force India, ha tenido un buen rendimiento en el circuito belga.
Y así, con la sexta pole en Spa-Francorchamps y la 93ª pole de su carrera para Hamilton, que refrendaba también así su primera línea número 150 y se confirmaba lo ya sabido: el dominio de Mercedes con otra primera línea. Un año atrás, esa era de Ferrari. Ahora los negros Mercedes sólo tienen la amenaza molesta pero poco preocupante en clave de campeonato de Max Verstappen, que lucha con armas más débiles.
El domingo el clima oscilaba entre las nubes y el sol, pero el riesgo de lluvia quedó desplazado a la tarde, fuera del horario de la carrera. Carrera que no disputaría Carlos Sainz, cuyo motor Renault del McLaren dijo basta subiendo hacia Blanchimont en la vuelta de preparrilla. La versión oficial fue una rotura de escape, pero al parecer un cilindro habría dicho basta. La causa era lo de menos: lo importante era el abandono inmediato del español ante una carrera prometedora que debería haber empezado desde el séptimo lugar.
Así que delante de Lance Stroll había ahora un hueco en el momento en el que se apagaron los semáforos, y Hamilton, que había colocado su Mercedes apuntando hacia la izquierda para cerrar la trayectoria a Bottas en caso de necesidad, pasó primero por La Source y se escapó. Mientras tanto, Esteban Ocon atacaba a Albon camino de Eau Rouge y lo adelantaba, mientras su compañero de equipo, Daniel Ricciardo, tomaba el rebufo de Max Verstappen después del Raidillon y tomaba el interior para intentar pasarle en Les Combes. Max resistió firme en el exterior, interior de la salida de la chicane, pero también aguantaba el australiano por el interior de la curva 9. Camino de Rivage, tras un largo paralelo, el Red Bull salía por delante hacia la bajada. Y en mitad del barullo típico de la zona media, Charles Leclerc tomó muchos riesgos y avanzó hasta la novena posición.
De hecho, el interés de las primeras vueltas fue ver cómo el Ferrari iba perdiendo posiciones vuelta tras vuelta: Gasly, Pérez, Norris, Kvyat… hasta caer a la duodécima posición, su lugar por rendimiento. El monegasco se quejaba de la velocidad en recta, al mismo tiempo que Bottas pedía a su ingeniero usar el mapa motor de ataque, algo que le fue denegado por un acuerdo previo que el finlandés decía desconocer. Y es que nada, ni nadie, iba a incomodar a Hamilton este día en Spa.
Sólo el fuerte accidente de la vuelta 11 interrumpió el plan. Saliendo de Fagnes, presionado por Kimi Räikkönen, Antonio Giovinazzi aplastó su pedal del acelerador demasiado pronto y demasiado fuerte. El Alfa Romeo se descompuso, pero el italiano lo corrigió. Sin embargo, al recuperar el agarre, el monoplaza salió disparado hacia el muro, rompiéndose en mil pedazos. Una de las ruedas se soltó, momento en el que llegaba el Williams de George Russell, que no pudo evitarla y destrozó su suspensión, chocando contra el otro lado de la pista. El coche de seguridad era obligatorio.
Ferrari hizo una jugada estratégica rápida e interesante: llamó a Leclerc y le colocó el duro, pero la parada fue pésima: 10’4 segundos, de modo que se perdió toda ventaja de esa llamada. Porque el posible juego estratégico de la carrera quedó roto por el coche de seguridad: entraron todos los monoplazas excepto Gasly, que se mantuvo con su duro inicial, y Pérez, con el blando. Todos colocaron el neumático duro para llegar hasta el final, excepto Alexander Albon, que montó el medio. La parada de Bottas no fue perfecta, y ello casi permitió a Verstappen adelantarle en boxes, pero eso fue lo más cerca que estuvo el holandés de arrebatar la posición al segundo Mercedes.
Segundo Mercedes más segundo que nunca, ya que al relanzarse la carrera en la vuelta 15, se quedó retrasado. Peor aún, no hubo ni un solo ataque en toda la parrilla. Sí que lo hubo, y vergonzoso, en la vuelta siguiente: Kimi Räikkönen tomó el rebufo de Sebastian Vettel en la recta de Kemmel, se salió y lo rebasó. Un Alfa Romeo, motorizado Ferrari, superando con facilidad al suministrador. En la vuelta 19, Pérez entró a boxes y colocó el duro, para caer al último lugar. Mientras tanto, la vergüenza italiana estuvo a punto de ser dramática con la lucha entre Vettel y Leclerc llegando a Les Combes. El monegasco llegaba más rápido, pero el interior era netamente del alemán. Sin embargo, el Ferrari número 16 decidió no ceder, como tampoco iba a hacer el marcado con el número 5. Llegaron a tocarse, pero no hubo desastre: Vettel siguió delante, y aunque Leclerc se quedó cerca, ya no pudo atacarle igual.
En cabeza, aparte de que a Bottas se le había dormido la pierna izquierda, la distancia de Hamilton estaba bajo control. Había que conservar neumáticos, así que el ritmo decayó, lo que permitía a Verstappen mantenerse cerca de Bottas. Leclerc fue llamado a boxes, sobre todo para rellenar de aire a presión el sistema neumático de las válvulas, aprovechando para colocarle los medios, cayendo a último lugar, aunque marcando pasajeramente la vuelta rápida.
La carrera no tuvo más movimiento que ver la remontada progresiva y firme de Pérez por la parrilla, cómo Vettel era adelantado por Gasly, o cómo Leclerc no podía con el Haas de Grosjean. Un pequeño susto en la vuelta 38 para Hamilton, saltándose la frenada del Bus Stop, algo que imitó a la perfección Bottas en la vuelta siguiente. Los neumáticos empezaban a entrar en zona crítica en la vuelta 39, pero nadie iba a parar de nuevo. Y sólo en la última vuelta, Grosjean cedió ante Leclerc, y lo mismo ocurrió con Albon, que se vio superado por Ocon.
Así, con un paseo triunfal, sin oposición alguna ni el sábado ni el domingo, Lewis Hamilton lograba la 89ª victoria de su palmarés en la F1, acercándose ya de forma irremediable a la cifra de 91 de Michael Schumacher. Es obvio que todos los récords de la F1 van a ser propiedad de Lewis Hamilton en poco tiempo, con la inestimable ayuda de Mercedes, que está a su vez cosechando un palmarés tremendo en pocos años. El dominio es absoluto y tiránico. Lewis Hamilton no tiene rival.
Porque el único que podría serlo, que es Bottas porque tiene el mismo coche, se limita –también porque no puede dar más, seamos honestos- a ser segundo, a cubrir las espaldas, y eso cuando no se ve superado por Verstappen. Sí, el finlandés a veces tiene destellos de una velocidad maravillosa, pero le falta ese nivel de calidad que alguien como Nico Rosberg sí que tenía, plantando cara con intensidad a Hamilton y obligándole verdaderamente para ganar.
Y quien podría hacerlo, carece de medios a la altura del Mercedes. Es el caso, por ejemplo, de Max Verstappen, tercero en Spa-Francorchamps, pero reconociendo haberse aburrido en una carrera monótona. Por un momento estuvo cerca de Bottas, pero esta vez era un espejismo. Nunca iba a estar en disposición de atacar al segundo Mercedes. Sin embargo, sigue en el podio, el sexto consecutivo: lástima del abandono en el Gran Premio de Austria que inauguró el campeonato.
Cerca de Max acabó su excompañero de equipo Daniel Ricciardo, en una magnífica cuarta posición refrendada con un gran pilotaje, si bien tampoco se vio atacado durante la carrera. Completando un gran fin de semana para los franceses, Esteban Ocon, que adelantó justo en la última vuelta a Alexander Albon, acabó quinto, firmando igualmente una buena carrera, si bien el segundo de los Red Bull se le resistió bastante. Un Albon que intentó algo diferente en estrategia que no funcionó, pero que tuvo una buena carrera, especialmente en la remontada con los medios, que en las últimas vueltas acabaron cediendo.
Lando Norris salvó el honor de McLaren y logró sumar los puntos de la séptima posición en un día aciago para el equipo como conjunto, con los problemas de Sainz y viéndose superados por los Renault con claridad. En octavo lugar acabó el piloto del día, un sólido Pierre Gasly que además regaló un precioso adelantamiento a Sergio Pérez en Eau Rouge, el mexicano tratando de asfixiarle contra el muro pero el francés resistiendo a la maniobra. Precisamente los Racing Point cerraron la zona de puntos, con Stroll noveno y Pérez décimo en una buena recuperación desde el fondo de la parrilla. Sin embargo, en un circuito que tradicionalmente se le ha dado bien a Racing Point –antes Force India, antes incluso Jordan que logró su primera victoria en la F1 en Spa en 1998- el resultado es pobre.
Fuera de los puntos, abría la clasificación Daniil Kvyat, gris durante todo el fin de semana. Tras él duodécimo, con una buena carrera pero sin fruto, Kimi Räikkönen, primero de los monoplazas motorizados por Ferrari. Y tras él, los dos Ferrari: Vettel y Leclerc, primera vez desde hace 10 años que ningún coche de Maranello puntúa en un Gran Premio. Diez largos años que dan la medida exacta de la crisis que se vive en el equipo, y que difícilmente podrá revertir en 2021. Superados por su equipo cliente, y no entraremos en cuestiones históricas que unen a ambas marcas, pero en todo caso resulta significativo el resultado. Grosjean acabó cediendo ante la insistencia de Leclerc, y tras él llegaron Latifi y Magnussen. De los 6 últimos coches, 5 eran motores Ferrari.
Y llega Monza, donde la potencia lo es todo. Allí la imagen de Ferrari en su tradicional Gran Premio de casa –este año habrá dos más- puede salir muy tocada, mientras que Mercedes y Red Bull es de esperar que dominen la escena. Casi habrá que dar las gracias que no haya público, por la irrefrenable pasión italiana.