Almacén F-1

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LOS LUNES AL BOX: GRAN PREMIO DE GRAN BRETAÑA 2020

El positivo por Covid-19 de Sergio Pérez y el regreso de Nico Hülkenberg marcaron las horas previas al inicio del Gran Premio de Gran Bretaña de 2020 en Silverstone, en la primera de dos citas consecutivas en el clásico trazado inglés.

Y es que el mexicano no fue del todo cuidadoso con los protocolos de seguridad, y viajes mediante, acabó contagiado –y algunos miembros de su equipo-, lo que obligó a Racing Point a buscar un sustituto, que encontraron en su expiloto, que a toda prisa se tuvo que preparar para la primera sesión de entrenamientos libres. El alemán se adaptó bien, pese a algún problema de ‘instalación en el monoplaza, especialmente en cuanto a la postura y la incomodidad del asiento en sus nalgas. Sin embargo, fue superado –como era previsible- por Lance Stroll en las dos sesiones, más aún en la segunda, en la que el canadiense se permitió el capricho de ser el más rápido de la sesión y del fin de semana hasta entonces.

Fue un viernes atípico en Silverstone, con un calor elevado que no era en absoluto típico de la zona, y que para el resto del fin de semana desaparecería. Así que los resultados también fueron atípicos. ¿Dónde estaban los Mercedes? En ninguna parte, a tenor de la clasificación. Y no tenía que ver con el hecho de que Hamilton cambiase el MGU-K de su Mercedes por precaución. Pero era tan irreal como el que los Mercedes, en la segunda sesión, estuvieran tercero –Bottas- y quinto –Hamilton-. Porque en ritmo de carrera estaban en cabeza, y muy por delante, tanto con el duro como con el medio, que serían las opciones reales para la carrera, más allá del rendimiento explosivo del blando en clasificación.

Pero era para los Ferrari, con Vettel perdiéndose casi toda la primera sesión por un problema con el intercooler del turbo, y la segunda con más problemas, lo que limitó mucho su rodaje, mientras que Charles Leclerc, que marcó un sorprendente cuarto mejor tiempo de la segunda sesión, lidiaba con un coche que, con menos incidencia del alerón, pasaba según las curvas del subviraje al sobreviraje. Una pesadilla. La misma por la que pasaban muchos equipos, claro. En algunos, como en Red Bull, esa sensación iba por lados del box: mientras Max Verstappen podía contener mejor las veleidades de su coche, Alexander Albon sufría un aparatoso accidente en Stowe que provocaba la bandera roja en la segunda sesión y un aumento de presión en el piloto tailandés. Justo lo que menos necesitaba. Situación similar a la que vivía Antonio Giovinazzi en la primera sesión, con una estrepitosa salida en Chapel que dejaba a su Alfa Romeo temblando –literalmente- sobre sus ruedas.

¿Entonces quién había detrás de los Mercedes? Estaba Max Verstappen, estaban los Racing Point –o al menos eso se vislumbraba- y estaban los McLaren. Pero todo en un extraño y caluroso viernes que dejaba entrever un dominio aplastante de los Mercedes en la pista que mejor destaca las bondades de sus monoplazas. Y cuando bajasen las temperaturas el sábado y el domingo, ese dominio podía ser todavía mayor.

Y así llegó el sábado y los Mercedes empezaron a dominar desde los terceros entrenamientos libres, con temperaturas más bajas y nubes que iban dejando paso a un agradable sol. El orden ya era más acorde a lo esperado, con Bottas por delante de Hamilton por muy poco, Verstappen tercero a una distancia prudencial, Stroll en cuarto lugar seguido de Sainz y Leclerc, con Sebastian Vettel en decimocuarto lugar con una sesión productiva pero poco llamativa en tiempos.

La clasificación se disputó ya con sol, que a veces se ocultaba entre las numerosas nubes que poblaban el cielo de Silverstone. No hubo sorpresas en la Q1, pese al susto de Norris que tuvo que enmendar en un segundo intento. Y luego, Nicholas Latifi que tuvo un trompo justo al final de la sesión, lo que acabó perjudicando precisamente a su compañero de equipo, George Russell, que se clasificó para la Q2 pero al no respetar las banderas amarillas recibió una penalización de cinco posiciones en parrilla. No hubo más sorpresas: cayeron Magnussen, Giovinazzi, Räikkönen, Grosjean y Latifi, mientras en cabeza se repetía exactamente el orden de los terceros libres: Bottas, Hamilton, Verstappen y Stroll, con Hülkenberg justo tras él.

En la segunda sesión hubo juego estratégico: Hamilton, Bottas, Verstappen, Leclerc y Stroll marcaron sus vueltas con neumático medio, mientras que Hülkenberg y Albon lo intentaron, pero no se clasificaron. Pero la noticia fue el error de Lewis Hamilton saliendo de Luffield y en aceleración para Woodcote. En un exceso de optimismo, aplicó el acelerador con demasiada alegría y anticipación, y el Mercedes dijo –sorprendentemente- basta, giró sobre sí mismo y provocó la salida de pista de su ocupante, además de la bandera roja por la cantidad de piedras en pista. En ese momento, Bottas estaba en primera posición de la sesión con un 1’25’’015.

En realidad la bandera roja permitió a Lewis recuperar la compostura con calma, volver a boxes, y al reanudarse la sesión, siempre con los neumáticos medios, hizo una vuelta de seguridad y se colocó segundo a 0’332 segundos de Bottas. Trabajo hecho, con la mirada puesta en la tercera sesión. Un error lo puede cometer cualquiera, pero a Lewis no iba a afectarle. A quien sí que le afectaba era a Alexander Albon, que quedaba eliminado de la tercera sesión, junto con Nico Hülkenberg. Ambos tenían coche para pasar holgadamente a la última ronda, pero no fueron capaces de sacar el mismo rendimiento que sus compañeros. En el caso del alemán de Racing Point, decimotercero, podría ser comprensible. En el caso de Albon es una muesca más, en un fin de semana que no estaba yendo bien. Encima, superado por el Alpha Tauri de Pierre Gasly, decimoprimero. Los otros dos fueron Russell que superó a Kvyat.

¿Era Bottas una amenaza para la pole de Hamilton en Silverstone? Este sábado lo parecía. Así, en el primer intento de la Q3, Hamilton marcó un 1’’24’’616 que le colocaba primero y suponía un nuevo record del circuito, pero justo por detrás venía el piloto finlandés, dispuesto a complicarle la vida a su jefe de filas, y a provocar un grito de decepción metafórico en las gradas de Silverstone: en los dos últimos sectores no pudo refrendar su excelente primer sector, y con su 1’24’’766 se quedó segundo. El resto estaba a una eternidad.

Max Verstappen tenía que mantener cierta intención, pero su tiempo estaba a 1’147 segundos de Hamilton. Era otra impresionante paliza de los Mercedes. Al holandés le seguían Lance Stroll a 1’360 segundos, Leclerc cuarto a 1’431, seguido de Vettel, Norris, Sainz, Ocon y Ricciardo. Y entonces llegó la segunda vuelta.

Y Hamilton mejoró lo que parecía inmejorable. Ver al británico en acción en un circuito como Silverstone acaba compensando en buena medida el brutal dominio que infligen a la parrilla de F1. Pulcro por Abbey hasta la primera frenada, elegante en la trazada en Luffield -¿error? ¿Qué error?- cogiendo velocidad hacia Copse, a fondo imperturbable. Y el aplomo por Maggotts, Becketts y Chapel. Aplomo, velocidad y precisión. Transferencia de pesos perfecta, dominando las inercias de su W11. El resultado fue un 1’24’’303 que además fue innecesario porque Bottas había cometido un ligero error en el segundo sector que le había dejado fuera de ritmo, aunque aún así mejoró su tiempo. Pero la 91 pole de Lewis, en Silverstone, no iba a ser banal. Tenía que ser marca de la casa. Su casa.

El resto fue una reivindicación de Verstappen, siempre a la zaga de los Mercedes, pero a 1’022 segundos. Charles Leclerc estuvo brillante para firmar la cuarta posición mientras Vettel palidecía en décima posición –saliéndose de pista en Copse, levantando tierra en Chapel-, casi un segundo de diferencia entre ellos. De alguna manera –talento, obviamente- el monegasco se las arregló para colocar al Ferrari en una segunda línea que por rendimiento no le corresponde. Le correspondía a Stroll, pero el canadiense no cuajó su progresión y acabó sexto, superado incluso por un Lando Norris que demuestra ser un piloto rapidísimo, capaz de sacar mucha velocidad de sus monoplazas a una vuelta. Superó con holgura a Carlos Sainz, con un buen séptimo, aunque mejorable según el piloto español, que en carrera tiene mejores bazas. Los Renault cerraron una buena actuación, con Ricciardo octavo y Ocon noveno.

Así que Lewis Hamilton sólo vería el horizonte de Abbey el domingo. La parrilla, como es habitual, tras él. Con las penalizaciones aplicadas –Daniil Kvyat recibió cinco posiciones por cambio de la caja de cambios-, la parrilla tras el rey de las poles la formaban Bottas, Verstappen, Leclerc, Norris, Stroll, Sainz, Ricciardo, Ocon, Vettel, Gasly, Albon, Hülkenberg, Magnussen, Giovinazzi, Räikkönen, Grosjean, Latifi, Kvyat, y Russell.

El domingo, el sol brillaba pero sin el calor sofocante del viernes. A 30 minutos del inicio de la carrera, cuando los coches se preparaban para salir a pista hacia la parrilla, el Racing Point de Nico Hülkenberg sufrió un problema que le impidió salir. Los trabajos en el RP20 eran intensos, como vimos en Hungría con Verstappen, pero el resultado no fue igual de feliz: el Racing Point no pudo tomar la salida, para tristeza del equipo y del piloto alemán en su regreso a la categoría.

Lewis Hamilton no salió bien desde la pole. O mejor dicho, no fue tan buena como la de Bottas y Verstappen. De hecho, el finlandés se empezaba a emparejar con el otro Mercedes, pero en el último momento cedió para evitar problemas dentro del equipo, mientras Verstappen intentaba sacar provecho pero tenía que levantar, lo que hacía que Leclerc le tomase la posición en la tercera curva. Pero el holandés se revolvió por el exterior, y recuperó la tercera posición en la quinta curva. Mientras tanto, Sainz y Ricciardo salían mejor que nadie y recuperaban dos posiciones cada uno, el español de manera brillante pasando a Norris por el exterior de Luffield para colocarse quinto.

Con las posiciones estables, y a punto de completarse la primera vuelta, Kevin Magnussen mordió el bordillo interior de la primera parte de la curva Club, la última. Alexander Albon vio un exiguo hueco, y lanzó su Red Bull hacia el interior de la última curva, con Magnussen cerrándose paulatinamente. El tailandés abortó tarde la maniobra e impactó contra la rueda trasera derecha del Haas, lanzando el monoplaza a las protecciones, lo que provocaba el inmediato abandono del piloto danés ante los severos daños de su coche. Albon seguía adelante, pero con una penalización de 5 segundos. El coche de seguridad apareció por primera vez.

En la vuelta seis se relazó la carrera. Hamilton tomó a todos por sorpresa, y se vio libre de ataques, con la clasificación estable: le seguían Bottas, Verstappen, Leclerc, Sainz, Ricciardo, Norris, Stroll, Ocon, Vettel, Gasly, Albon, Grosjean, Kvyat, Giovinazzi, Räikkönen, Russell y Latifi. Albon entraría a boxes en la vuelta siguiente para colocar los duros, mientras el trío de cabeza comenzaba a abrir con facilidad hueco respecto a Leclerc y el resto de la parrilla. La carrera entraba en una fase estable a la espera de las primeras paradas, con algunos pilotos preparándose para el juego del ‘undercut’ y otros intentando evitarlo. Pero todo lo precipitó un durísimo accidente en Maggotts.

Era la vuelta 13 cuando el Alpha Tauri de Daniil Kvyat, desde la decimocuarta posición, perdió la parte trasera en la rápida curva de izquierdas que da inicio a la compleja sucesión del circuito inglés. El golpe final llegó a ser frontal, las piezas del monoplaza desperdigadas por la escapatoria. El piloto ruso salió del monoplaza sin mayores consecuencias que un monumental enfado. Y el segundo coche de seguridad hizo acto de presencia, precipitando las paradas en boxes. Todos se detuvieron y colocaron el neumático duro, excepto Romain Grosjean que no pasó pro boxes y se mantuvo con el neumático medio del inicio de carrera, en quinta posición.

En la vuelta 19 se retiró el coche de seguridad, y aparte de un bonito adelantamiento de Norris A Ricciardo para colocarse sexto en Luffield, y de Ocon a Vettel, la carrera entró en una fase de estabilidad que parecía destinada a mantenerse hasta el final. Hamilton y Bottas estaban cerca, siempre entre el 1’5 y los 3 segundos, con Verstappen en zona de nadie y recordando a su ingeniero que se hidratase, y el grupo medio compacto pero sin ataques, salvo la progresiva regresión de Grosjean. Un Romain Grosjean que fue duro en los intentos de adelantamiento de Carlos Sainz, hasta el punto de recibir la bandera blanca y negra, y una posterior investigación por reiteración. También le sacarían la bandera blanca y negar a Stroll por defender demasiado vehemente su posición frente a Ocon.

La carrera estaba sentenciada. Los cuatro primeros en parrilla, en las mismas posiciones en carrera. Pero a unas 12 vueltas del final, empezaron a aparecer problemas en los neumáticos de los Mercedes. De momento nada preocupante. La carrera estaba controlada. Kimi Räikkönen se salía en Maggotts por dañar su alerón delantero con los pianos, un susto tardío en una carrera que se mecía en el hastío. Y entonces…

Vuelta 50: el neumático delantero izquierdo de Bottas revienta poco después de pasar por meta, lo que le obliga a dar toda la vuelta hasta los boxes para llegar una vez iniciada la vuelta 51 y colocar el compuesto blando. Mientras tanto, Alexander Albon proseguía con la remontada que había iniciado en la vuelta 31 tras pasar por boxes a por los medios, pasando a un desdibujado Sebastian Vettel. En esa misma vuelta, sin saberlo, Max Verstappen perdía la carrera por conseguir el punto de la vuelta rápida, parando en los boxes para montar los blandos.

Justo acabando esa vuelta, llegando a Stowe, Carlos Sainz también sufría un pinchazo en la delantera izquierda que le obligaba a dirigirse a los boxes y arruinaba si excelente carrera. Pero el golpe de efecto estaba por llegar. A punto de empezar la última vuelta, justo al pasar por la línea de meta, el neumático delantero izquierdo de Lewis Hamilton reventó. Tenía una vuelta entera a Silverstone y poco más de 30 segundos con Max Verstappen para ganar la carrera.

Cada curva, un suplicio, pero la ventaja no se reducía con velocidad. Tras salir de Chapel, la ventaja era de unos 12 segundos. Lewis Hamilton podía ganar la carrera con tres ruedas si era capaz de salvar Stowe y Club, las únicas dos curvas de izquierdas que le quedaban, con relativa velocidad. Max Verstappen, lanzado a lograr la vuelta rápida –que firmaría- estaba lejos. Y al aparecer la recta de meta y ver la bandera a cuadros, y hundir el pedal derecho de su W11, Lewis Hamilton supo que iba a lograr su séptima victoria en Silverstone con un neumático pinchado. La número 87 de su carrera deportiva. Más épica era imposible.

La razón de este final tan dramático hay que buscarlo en la parada temprana a la que todos se vieron obligados casi todos –excepto Haas que optó por seguir en pista con el medio-, colocando el duro para llegar al final. Eso fue en la vuelta 14 de 52, cuando precisamente pilotos como Hamilton o Bottas habían empezado el Gran Premio con los medios, gracias a su estrategia en la segunda sesión de clasificación. Pese a que el calor no era tan acuciante como el viernes, la dureza de Silverstone con las gomas pasó factura en todos los equipos, pero especialmente en Mercedes y en el McLaren de Sainz. La cuestión a resolver ahora es si para la semana que viene realmente Pirelli quiere llevar una gama más blanda para la segunda carrera en suelo británico.

En todo caso, Lewis supo gestionar hasta una situación así. Ahora ya sabemos que si un Mercedes tiene 30 segundos de ventaja sobre un Red Bull al comenzar la última vuelta, y pincha una rueda, puede ganar. Tal es su superioridad, que precisamente estaba siendo controlada durante la carrera, con los pilotos mimando sus monoplazas y no abriendo toda la ventaja posible de la que son capaces. Pero fueron otras circunstancias las que los pusieron en jaque. De hecho, Hamilton siguió con su racha, y ahora amplía su ventaja en el mundial notablemente gracias a que Bottas terminó undécimo, fuera de los puntos, incapaz de superar a Sebastian Vettel en las últimas curvas.

Segundo acabó Max Verstappen, con una carrera sin mácula, pero en tierra de nadie: ni podía presionar, ni se veía presionado. El Red Bull, en sus manos, es netamente el segundo coche. Su parada a poco del final, por tener ventaja suficiente con Leclerc, para conseguir la vuelta rápida, será recordada como una de las peores decisiones estratégicas de los últimos tiempos. Al ver los problemas de Bottas, y saber que Hamilton estaba en una situación similar, el punto de la vuelta rápida es un consuelo excesivamente escaso ante la posibilidad de haber ganado la carrera, que hubiera sido suya sin dificultad en el momento en el que Hamilton pinchó. Pese a ello, tampoco se puede culpabilizar por tomar esa decisión: nadie puede con los Mercedes. Este segundo puesto era más de lo esperado. Mientras tanto, Alexander Albon tuvo una carrera de menos a más, en la que acabó dejando un buen sabor de boca con su firme remontada hasta el octavo lugar en meta, después de un fin de semana que no parecía destinado a lograr nada. El tailandés tiene el crédito casi agotado.

De manera inesperada, por puras manos, Charles Leclerc obtuvo un tercer puesto –hubiera sido un cuarto- brillante. Lo forjó en la clasificación y lo rubricó con una carrea sólida, sin verse amenazado seriamente por los perseguidores –especialmente Carlos Sainz-, sacando un resultado que el SF1000 no merece, pero que el monegasco le concede. Todo lo contrario que Sebastian Vettel, al que se le puede reconocer que tuvo un fin de semana –un viernes- dificilísimo. Pero eso no puede ser excusa para un tetracampeón del mundo, menos cuando su menos experimentado compañero ha sacado dos podios, este de manera mucho más merecida. Vettel logró in extremis la décima posición, pero estuvo gran parte de la carrera fuera de los puntos, y absolutamente impotente en su pilotaje.

Los Renault estuvieron a gran nivel todo el fin de semana, pero especialmente en carrera. Daniel Ricciardo luchó todo el Gran Premio con los McLaren, sólido como en sus mejores tiempos, y los adelantó a los dos en la vuelta 51, para lograr el cuarto puesto final gracias el problema de Bottas. Un resultado fantástico que se completa con la gran carrera firmada por Esteban Ocon, que fue finalmente sexto, tras realizar algunas bonitas maniobras para llegar hasta allí. En medio de ambos, Lando Norris, que se desdibujó algo en la carrera, tanto frente a Sainz como con Ricciardo. Pero el inglés sigue sacando buenos resultados, en este caso un quinto lugar que permite a McLaren seguir sumando con solidez. Lástima para Carlos Sainz, que no merecía acabar decimoquinto tras una buena carrera que, sin pinchazo, y vistas las circunstancias, le podría haber permitido acabar cuarto, lo que hubiera sido un resultado muy positivo. Son cosas que pasan. Lo importante es dejar la huella.

Como la dejó Pierre Gasly, acabando séptimo. El francés hizo una carrera soberbia que debe haber vuelto a llamar la atención en Red Bull ante el rendimiento de Albon. Desde que volvió al equipo pequeño del consorcio austríaco, el francés se encuentra más cómodo y firma carreras muy interesantes de nuevo. En el lado contrario, Lance Stroll. Su novena posición sabe a tan poco que es claramente una derrota para el que puede argumentarse con firmeza que es el tercer coche de la parrilla. Su carrera se fue diluyendo hasta esa posición, que hubiera sido incluso peor sin el pinchazo de Bottas. Racing Point está desperdiciando un gran coche.

Fuera de los puntos, además de Bottas, llegaron Giovinazzi, Russell, Latifi, Sainz, Grosjean -con una conducción poco correcta, pero quizás motivada por el espíritu de lucha de intentar acabar con un pésimo Haas en la zona de puntos. Eso se le reconoce, pero no actitudes antideportivas- y en último lugar, Kimi Räikkönen, que empieza a pensar en la retirada.

La semana que viene se repetirá escenario. Difícilmente se repetirá un final tan dramático. Pero seguramente no habrá un nuevo fallo en Mercedes, y no se escapará un nuevo doblete. Los grandes equipos sólo fallan una vez.

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