LOS LUNES AL BOX: GRAN PREMIO DE HUNGRÍA.-
Tercer Gran Premio de la temporada, y como casi siempre por estas fechas, llegaba el circuito de Hungaroring. Alta carga aerodinámica, buena tracción, elementos claves en un trazado revirado que para el fin de semana anunciaba como visitante perpetuo a la lluvia.
Pero antes, el Racing Point RP20 fue definitivamente declarado un monoplaza legal frente a la reclamación de Renault. Esto deja definitivamente al coche libre de toda suspicacia. Sí, su parecido al Mercedes W10 de 2019 es alta, como lo han sido otros monoplazas a otros en el pasado. Los Ligier y los Benetton en 1995, los Toro Rosso y Red Bull a finales de la década de los 2000, y otros ejemplos. Lo importante para Racing Point es que tenían un coche muy competitivo y legal. Había que aprovecharlo y, más difícil, desarrollarlo.
La lluvia, efectivamente, fue protagonista el viernes, con intervalos de seco. Como en la primera sesión, donde los Mercedes ya avisaron de lo que estaba por venir, dominando la sesión con comodidad –Lewis delante de Valtteri- con ‘0527 segundos respecto al tercer clasificado, Sergio Pérez con el Racing Point, y a 0’964 Lance Stroll. Los Ferrari parecieron sacar algo de rendimiento, y en la lluvia de la segunda sesión, Sebastian Vettel marcó el mejor tiempo. Parecía que los de Maranello, con su problema de excesiva resistencia, estaban en mejor posición en este circuito, algo lógico conociendo las características del mismo, con el piloto alemán más preciso que Leclerc. Algo más perdidos los Red Bull, especialmente un Alexander Albon que empieza a estar demasiado en el punto de mira por su propio rendimiento. Que Bottas fuera segundo entraba dentro de lo normal, que Hamilton fuera decimoquinto no era creíble. Carlos Sainz volvió a dejar claro que el agua le trae buenas sensaciones, con un sólido tercer lugar.
El sábado, la tercera sesión sólo tuvo alguna gota de lluvia, pero con el cielo nublado, la pista estuvo seca. Y volvió a quedar claro que el fin de semana iba a estar dominado por los monoplazas de la estrella, fueran negros o fueran de color rosa –dicho sea con ironía-. Los tiempos estaban más apretados, lo que dejaba algo de esperanza de lucha en la clasificación, con Pérez tercero a 0’161 segundos, y Charles Leclerc a unos esperanzadores 0’344 segundos. Pero cuando llegaron las 15 horas de la tarde, los Mercedes se pusieron muy serios. Excesivamente serios.
En los últimos compases de la Q3, Lewis Hamilton mejoró todavía más su tiempo de pole position, al que acabó acercándose en el último instante Valtteri Bottas, a 0’107 segundos. Pero el 1’13’’477 de Lewis, otra vuelta magnífica, le daba su pole número 90, una cifra que va a seguir creciendo pero que no deja de resultar impresionante. ¿El mejor calificador de la historia? Eso siempre es relativo, porque quizás el mejor pudiera no tener ni siquiera una pole, o tener 90. Lo que es innegable, con este rendimiento, es que Hamilton es de esos pilotos capaces de sacar esa quintaesencia instantánea que se requiere a una vuelta: velocidad, precisión, ausencia de errores. Ninguna vuelta es perfecta, pero Hamilton es el que más se acerca a esa perfección. Era además la 65ª primera línea de Mercedes, lo que le permitía igualar los números de la Scuderia Ferrari en este ámbito. Otra muesca para el equipo más dominante de todos los tiempos.
Y fue dominio, apabullante dominio el sabor que dejó esta clasificación en seco. Porque los 0’930 segundos al tercero, Lance Stroll, y ya más de un segundo a Sergio Pérez, cuarto, sólo puede definirse como paliza de rendimiento por parte de Mercedes. Y además, para mayor gravedad, dominio sobre su ‘anterior’ monoplaza. Con esa diferencia, queda ya de forma clara –para quien no lo tuviera ya- que esta temporada es una lucha interna en Mercedes, con la única esperanza de que Bottas pueda hacer frente a Hamilton, algo que se antoja imposible. Nadie más va a hacer sombra a este equipo. No con esa diferencia. Es ahora cuando la caída de rendimiento de Ferrari por la ‘ilegalidad’ de su motor –investigación instigada por Mercedes, principalmente- duele más, porque sólo Ferrari en los tres pasados años ha sido capaz de plantear un reto competitivo a Mercedes, hacerles sufrir y luchar el campeonato, pese a la omnipresente superioridad de los de Brackley. ¿Y ahora? El desierto.
De hecho Ferrari estuvo ‘brillante’ este fin de semana, cerrando la tercera fila con Vettel por delante de Leclerc, pero ambos a 1’3 segundos de los líderes. En un circuito corto y lento. Pero al menos superando al único Red Bull en la tercera sesión, Max Verstappen, aunque por menos de una décima, frente al bajo rendimiento de Albon que no pasó de la segunda sesión y saldría decimotercero. En todo caso, tanto Ferrari como Red Bull superados con claridad por su nuevo rival, el Racing Point. Tras ellos, en octava y novena posición, los dos McLaren, Norris delante de Sainz, pero muy juntos Su rendimiento no fue como en Austria, pero son huéspedes fijos de la Q3, en agua o en seco. Y eso es un paso muy positivo en el crecimiento firme y seguro del equipo. De hecho, el motor Renault con mejor rendimiento, más aún que el del equipo oficial. Cuando el año que viene llegue el motor Mercedes, podrían dar un importante salto cualitativo.
Décimo, sin rodar por un problema en la unidad de potencia, quedó un Pierre Gasly que, pese a ello, firmó una bonita clasificación. Y a partir de ahí, siguieron las sorpresas y las decepciones. En las primeras, los Williams, ambos en Q2, con Russell en una magnífica duodécima posición y Latifi decimoquinto. Un soplo de positividad para un equipo demasiado castigado en los últimos años. Cayeron los Renault, con Ricciardo cerca de pasar a la última ronda. Y en el fondo, los Alfa Romeo, que han tenido una bajada de rendimiento excesivamente fuerte respecto al año pasado. Ver a Kimi Räikkönen en última posición resulta incómodo, muy molesto, porque la calidad de un campeón del mundo no se discute, pero la realidad es la que es. Se augura un año de pesadilla para ellos y para los Haas, que también se vieron eliminados en esta ronda, junto con Daniil Kvyat.
El domingo, para la carrera, la pista estaba mojada pero no llovía. Toda esa agua provocó que Max Verstappen se saliese en la curva 12 en la vuelta camino de la parrilla, perdiendo el alerón delantero y dañando la suspensión delantera izquierda. Los mecánicos de Red Bull hicieron un trabajo magnífico en la parrilla de salida y lograron que su piloto –que se deshacía en agradecimientos- pudiera tomar la salida.
Salida en la que todos los pilotos, salvo Magnussen con neumáticos de lluvia, montaban los intermedios. Valtteri Bottas se saltó la salida, pero no recibió sanción alguna –de manera sorprendente ni siquiera fue motivo de investigación-, quizás porque debido a la indecisión –arrancó, paró y volvió a partir- logró perder cuatro posiciones. Tampoco salió bien detrás suyo Sergio Pérez perdiendo otras cuatro posiciones. Sí que lo hicieron bien Max Verstappen, que se colocó en tercer lugar de manera brillante, y también Vettel que ganó una posición. Por delante, intocable, Lewis Hamilton.
Pero la pista se secaba, así que ya desde la primera vuelta comenzaron a entrar en boxes. Quien ganó esa partida fueron los Haas, que antes de la salida hizo entrar a sus pilotos, que partieron desde la calle de boxes, pero con neumáticos de seco. Así que cuando pasaron progresivamente todos los pilotos a realizar el cambio, los Haas estaban terceros y cuartos, Magnussen y Grosjean. Era temporal, claro, pero la importancia del momento quedaba patente. Sin embargo, habían ido demasiado lejos, e infringido el reglamento que prohíbe comunicarse con los pilotos en la vuelta de formación y darles órdenes, así que serían sancionados tras la carrera con 10 segundos de penalización. Precisamente en todo ese trasiego en boxes, Latifi fue sacado a pista antes de hora e impactó con Sainz, pinchando el neumático trasero izquierdo el canadiense y siendo objeto de sanción.
Y Max Verstappen lideró la única vuelta de un piloto que no fuese Hamilton, la cuarta. A partir de ahí, el Mercedes número 44 se dedicó a machacar a los rivales. Pista seca. Coche perfecto. Circuito fetiche para el inglés. El resultado no estuvo jamás en riesgo, y tuvo como colofón la vuelta rápida en la última vuelta, con un 1’16’’627, para mayor dominio. Llegó casi a doblar al cuarto clasificado en un momento de la carrera. Así que fue por detrás donde hubo ciertas emociones. No fue con Verstappen, que devolvió una preciosa carrera y un magnífico segundo puesto a su equipo, demostrando ser capaz de rehacerse de sus clamorosos errores.
Fue la llegada al podio, y la reordenación de la parrilla, lo que dio cierta variedad a una carrera objetivamente demasiado rutinaria salvo ciertas maniobras. Como por ejemplo la preciosa lucha entre Lando Norris y Charles Leclerc en las vueltas 32 y 33, que al final venció el monegasco con la clásica maniobra de ir por fuera en la curva 2 y por dentro en la 3. Fue interesante la recuperación de Bottas hasta el tercer lugar, muy próximo a llegar a Verstappen, pero incapaz de más. No, a Bottas no se le puede esperar para ser una amenaza al séptimo título mundial de Hamilton: primero, por nivel de pilotaje; segundo, porque el equipo no lo permitiría ya, ante la evidente superioridad de Hamilton. Así que el mundial, salvo hecatombe, es un camino hacia el heptacampeonato de Lewis Hamilton.
Lance Stroll hizo una carrera muy madura. Rodó bastante tiempo en el podio, pero al final tuvo que ceder a la llegada de Bottas. Nada que criticar al canadiense, que puso al Racing Point donde le corresponde, ante un Pérez que, recuperando progresivamente, llegó finalmente séptimo, cuando debería haber obtenido más. La mala salida lastró demasiado al mexicano. Mientras tanto, sigue sin convencer Alexander Albon, que acabó quinto, por mucho que lo lograse en la vuelta 67 al pasar a Vettel, pero debido a un error del alemán en la curva 2. Quizás sin él, el tailandés no lo hubiera logrado. Así que sigue dejando actuaciones agridulces: una mala clasificación, pero una carrera positiva. Si Max está segundo, aunque no es su lugar, quizás Albon debería estar cuarto, pero con solvencia.
Los Ferrari tuvieron un fin de semana extraño. Una buena clasificación, en tercera línea aunque lejos, pero una carrera que fue de más a menos. Ambos pilotos se fueron yendo hacia atrás, especialmente Charles Leclerc que acabó decimoprimero, cediendo en los últimos compases ante el empuje de Carlos Sainz. Sebastian Vettel, que se vio muy perjudicado en su primera parada por el tráfico en los boxes, hizo una carrera correcta, con un par de errores, pero recomponiéndose para acabar sexto. Se encontraron de nuevo los dos compañeros en pista, y aunque Leclerc no lo puso fácil, Vettel lo superó en pista, una pequeña victoria para el alemán. Muy pequeña.
Buena carrera de Ricciardo, que acabó octavo. Silencioso pero seguro, avanzando y entregando puntos a Renault, mientras Esteban Ocon acababa decimotercero, con una carrera anodina. Kevin Magnussen logró unos puntos impensables para Haas con la décima posición tras la sanción, una carrera trabajada, firme, de obrero del automovilismo, sin errores y aprovechando la situación estratégica. Su compañero Grosjean tuvo la misma ocasión y acabó decimoquinto. El noveno puesto –sanción mediante- fue para Carlos Sainz. Los McLaren no funcionaban en el Hungaroring, y ahí está el decimocuarto lugar de Norris. Así que el punto de Sainz es inesperado, más aún después de verse atrapado en el tráfico de boxes, con una parada lenta. Pero Carlos peleó hasta el final y superó en la vuelta 61 a Leclerc para hacer suyo ese último punto.
Los Alpha Tauri fueron los únicos que vieron abandonar un coche en esta carrera: Gasly se retiró en la vuelta 16 con su motor, que era prácticamente nuevo, humeando. Kvyat fue duodécimo. La clasificación la cerraron los Alfa Romeo de Räikkönen –sanción de 5 segundos por estar mal colocado en la parrilla de salida- y Giovinazzi, y los Williams de Russell y Latifi, que parecen funcionar mejor en clasificación que en carrera, y con un Nicholas Latifi con una carrera para olvidar, plagada de errores.
Y así, Hamilton logra su 86ª victoria, octava en el Hungaroring. Con eso iguala el record de ocho victorias en una misma pista que tenía Michael Schumacher por sus victorias en el GP de Francia. Y obviamente, está a sólo 5 victorias de igual el récord que ostenta el alemán con 91. Lo superará también. Así que en este extraño campeonato provocado por la pandemia del coronavirus, Hamilton acabará convirtiéndose en el piloto más grande de este deporte en cifras. Quizás es momento de empezar a hablar del virus que asola a la F1 desde hace 6 años, uno que se llama Mercedes. Su dominio no tiene precedentes. No se puede comparar a la de ellos mismos en los años 30, o a la Alfa Romeo de finales de los 40 y principios de este campeonato del mundo. Ni la Williams de los 90, la Ferrari de los dos mil o la Red Bull de inicios de década. Esto es una apisonadora que no deja respirar a los demás competidores. Su dominio es lícito, su piloto estrella es brillante, así que si combinamos ambas cosas, tenemos lo que vemos. Una dictadura tirana con Hamilton como líder.