LOS LUNES AL BOX: GRAN PREMIO DE ESTIRIA.-
Una semana después, la Formula 1 volvía a disputar un Gran Premio en el mismo circuito, hecho que ocurría por primera vez en su historia. Así, el Red Bull Ring acogía la primera edición del Gran Premio de Estiria, estado austríaco en el que se enclava el propio circuito. Un Gran Premio que llegaba con novedades en los equipos y algunas noticias sorprendentes.
La gran noticia se producía el miércoles: Fernando Alonso volverá a la F1 de la mano de Renault en 2021, con un acuerdo por dos temporadas con opción a un año más. La mirada del asturiano está puesta en el cambio normativo que entrará en vigor en 2022, y de hecho ya ha pedido a Renault que olvide la temporada que viene y se centre en 2022. Es lógico, porque el asturiano siempre había dicho que sólo volvería a la F1 con un proyecto ganador y Renault ahora mismo, ni seguramente el año que viene, lo sea. Su única opción es dar con la tecla en 2022, y ese es el gran reto común del equipo y del piloto: construir una estructura ganadora para entonces, o 2023 como muy tarde. ¿El riesgo? Repetir los resultados de McLaren, es decir, rodar en la zona media en la que ahora se encuentra Renault sin optar a los resultados que un piloto de la categoría de Fernando Alonso merece.
También Sebastian Vettel fue noticia durante la semana. El alemán sigue contando su versión de los hechos en la relación rota con Ferrari, mientras sigue manteniendo su voluntad de volcarse en lograr buenos resultados en su despedida con los italianos. Mientras tanto, sigue tanteando opciones, que parecen cerradas: Red Bull parece ser una oportunidad, pero las personas que deciden cierran la puerta, lo mismo que en la futura Aston Martin, hoy Racing Point. Y sin olvidar que Mercedes aún no ha renovado a ningún piloto, pero se antoja extraño que los alemanes pretendan cambiar una dupla que funciona a la perfección. Vettel tiene un futuro complicado en la F1.
Y en el plano del campeonato, el viernes se recibió la buena noticia de que se correría el GP de Rusia en Sochi, y que tras el GP de Italia en Monza se correría el Gran Premio de la Toscana Ferrari 1000 en el circuito propiedad de Ferrari, Mugello. Un trazado selectivo y vibrante, con un ritmo de vuelta muy alto, rápido y con curvas de alta velocidad que encantará a los pilotos, a buen seguro, pero también al público, si bien la posibilidad de ver una carrera vibrante en cuanto a acción en pista parece, a priori, baja, con excepción de la frenada de San Donato, la primera curva tras la larga recta de meta. Mugello, en todo caso, a buen seguro que no defrauda, y siempre es positivo el aire fresco –y los trazados de factura clásica- en la F1.
Centrándonos en la pista, los entrenamientos libres de viernes se disputaron bajo sol, un clima que no se esperaba para el sábado, lo que dotaba de gran importancia a ambas sesiones. Ferrari decidió acelerar la llegada de mejoras, siendo la más significativa la del fondo plano del monoplaza, así como los alerones. El resultado es que el coche, al menos en el caso de Sebastian Vettel, mejoró su comportamiento, pero no su rendimiento: sigue siendo lento, genera tanto subviraje como un repentino sobreviraje, lo que se une a un motor que no empuja lo suficiente. Ferrari sigue sufriendo.
También Mercedes probó nuevas piezas, especialmente aerodinámicas con la mirada puesta en Hungría, de ahí que en ambas sesiones los dos W11 estuvieran como escondidos, sin mostrar la superioridad del anterior fin de semana. Pero el hecho de que se permitan probar piezas para futuras carreras ya denota la tranquilidad con la que afrontan cada carrera, además de haber resuelto los problemas de los sensores que les había puesto en alerta durante el Gran Premio de Austria. Así, en la primera sesión fue Sergio Pérez el que marcó el ritmo -1’04’’867-, mostrando una mejor cara si cabe respecto al anterior fin de semana, del que Racing Point debió haber sacado más beneficio. De hecho, muchos equipos empeoraron sus registros comparando unos libres y otros, pero no así Racing Point, que fue el que mostró una mayor progresión. Mal recuerdo dejó esta sesión para Lando Norris, al adelantar bajo bandera amarilla y recibir una penalización de tres posiciones en parrilla.
La segunda sesión, muy importante porque podría definir la parrilla de salida del domingo, fue dominada en los tiempos por Max Verstappen y su 1’03’’660, lejos aún del 1’02’’939 de la pole de Bottas el pasado fin de semana, pero mucho mejor que el 1’04’’304 que fue el mejor tiempo de los Libres 2 marcado por Hamilton en el GP de Austria. Y eso que Max necesitó varias vueltas para marcarlo debido a una reiterada violación de los límites de pista, lo que provocaba que sus tiempos fueran retirados. Bottas estaba segundo, pero Hamilton sexto, mientras que los Racing Point confirmaban sus buenas sensaciones con Pérez tercero y Stroll cuarto. Vettel, por su parte, era decimosexto –su mejor tiempo cancelado-, pero curiosamente más contento con el coche. Daniel Ricciardo dio el susto del día con un fuerte accidente en le penúltima curva, el coche atravesando toda la escapatoria de asfalto y chocando contra las barreras, destrozando el Renault RS20, el australiano cojeando al principio, pero sin mayores consecuencias que ver perdida la sesión. Verstappen, Stroll y Kvyat recibían nuevas cajas de cambio al acabar las sesiones, pero como habían abandonado en el anterior GP, no penalizarían.
El sábado se confirmó la lluvia intensa. Y de hecho, no hubo tercera sesión de libres. Y la clasificación parece que iba a seguir la misma suerte. Se retrasó, pero llegó un momento en el que la lluvia cesó –aunque volvería- y se decidió correr. Y menos mal que se tomó esa decisión, porque fue una de las clasificaciones más bonitas que se recuerdan recientemente, además de demostrar que sí, que en agua se puede competir, y que además entrega emociones inolvidables. Tanto como fue la vuelta con la que Lewis Hamilton logró la pole position. No le hacía falta, porque el único que podía arrebatarle a esas alturas –los últimos instantes de la Q3- era Max Verstappen. Pero el holandés, que había firmado una clasificación también magnífica, acabó perdiendo el RB16 en la última curva, tras una vuelta de demostración de control. Era mejor en el primer sector, mejoraba su tiempo en el segundo, pero al final se tuvo que conformar con el 1’20’’489 y la segunda posición.
Porque por detrás venía Lewis Hamilton, en una pista con más agua por la lluvia que había empezado a caer con algo más de intensidad, marcando todos los sectores en morado. Velocidad y control bajo la lluvia, un hombre fundido como un elemento más del monoplaza, su Mercedes W11, su extensión. Y de repente, un tiempo de 1’19’’273: 1’216 segundos respecto a Verstappen –uno que en agua no es un novato-, y 1’428 a Valtteri Bottas con el mismo coche. Esta vuelta debería ser colocada al mismo nivel de esas grandes vueltas de la historia, esas que todos recordamos, las de Senna, Schumacher, los grandes clasificadores de este deporte. El mejor de todos ellos es Lewis. Y volvió a demostrarlo con una superioridad que deja al resto preguntándose qué van a poder hacer para acercarse a él. Dio un soberbio ejemplo del arte de pilotar bajo la lluvia, como buen maestro del líquido elemento.
La última sesión fue un toma y daca entre Lewis y Max, un espectacular intercambio de golpes entre ambos. Un precioso momento de competición. Pero Max tuvo que rendirse al final, con un error que no empaña su gran sábado y cómo colocó al Red Bull muy arriba, justo en la misma posición que hace una semana. Justo detrás de ellos, con otra vuelta para enmarcar, con un pilotaje seguro y efectivo, Carlos Sainz logró la mejor clasificación de su carrera deportiva -1’20’’671-. Está en un momento muy dulce y se desprende en su pilotaje, asistido por un McLaren muy efectivo y que se comporta bien en seco y en agua. Fantástico golpe de autoridad del madrileño, que iguala a su compañero en la posición que este logró –sanción mediante, eso sí- la semana anterior.
Ferrari podía haber sacado provecho de estas condiciones, pero el resultado fue exactamente el mismo que en el GP de Austria, pero con Vettel clasificándose ‘in extremis’ para la Q3 en décima posición, dejando a Charles Leclerc en undécima, aunque posteriormente le impondrían una sanción de 3 puestos en parrilla al monegasco por entorpecer a Daniil Kvyat. Luego, el alemán no pudo sacar más que esa misma décima posición. Que el Ferrari era poco competitivo en seco ya se sabía. Pero también lo es en agua, y eso es más preocupante si cabe, porque demuestra que en cualquier aspecto y condición, el SF1000 es una herramienta torpe y lenta. No es algo que se vaya a poder arreglar a corto plazo, de modo que la crisis se va a ir acentuando en Maranello.
Muy destacable la clasificación de Esteban Ocon, quinto dejando muy atrás a Ricciardo, demostrando no sólo velocidad sino mucha sobriedad y calma en condiciones tan difíciles; como la de Pierre Gasly, que coló el Alpha Tauri en la Q3 y lo colocó en una magnífica octava posición de parrilla –séptima por la sanción de Norris-. Muy reseñable también el pilotaje desplegado por George Russell, que por primera vez pasó a la Q2, y aún tuvo el rendimiento y el pilotaje de colocarse duodécimo, justo por detrás de los Ferrari, aunque saldría finalmente undécimo por la sanción a Leclerc. En carrera sería más complicado, pero las manos quedaban certificadas, para quien no lo supiera todavía. El descalabro, a la altura del de Ferrari, fue para Racing Point. Sergio Pérez tuvo una Q1 para olvidar, y cuando venía mejorando sus tiempos, el Alfa Romeo de Antonio Giovinazzi se quedó parado tras una salida de pista previa y provocó la bandera roja. Por su parte, Lance Stroll sí que pasó a la Q2, pero no pasó del decimotercer lugar. Racing Point está desperdiciando el rendimiento de su RP20, como hace unos años hizo Haas, y estas oportunidades luego se lamentan. En especial en el caso de un piloto de la valía de Sergio Pérez, que puede que se encuentre ante el mejor coche de su carrera deportiva en F1, pero saldría decimoséptimo.
La clasificación quedaba definida finalmente con Lewis Hamilton en su 89ª pole position, seguido de Verstappen, Sainz, Bottas, Ocon, Albon, Gasly, Ricciardo, Norris, Vettel, Russell, Stroll, Kvyat, Leclerc, Magnussen, Räikkönen, Pérez, Latifi, Giovinazzi y Grosjean –que no marcó un tiempo tras salirse de pista en su primera vuelta en la Q1-. Giovinazzi recibió una penalización de 5 puestos por cambiar la caja de cambios, mientras que Grosjean saldría desde el carril de boxes al modificar el coche bajo régimen de parque cerrado.
El sol brillaba en Estiria para la carrera, y todos los pilotos menos Ricciardo, Vettel, Kvyat, Räikkönen, Latifi y Giovinazzi optaron por el neumático blando. Al apagarse las luces, Carlos Sainz hizo una estupenda salida atacando a Verstappen por la izquierda, incluso colocándose levemente por delante, pero el exterior de la curva 1 hizo el resto y el holandés mantuvo la segunda posición mientras Hamilton miraba los retrovisores para comprobar que podía estar tranquilo en la curva 3. Sebastian Vettel no salió bien, y se vio en mitad de la jauría que es siempre la zona media desde la que ya partía. Pero el desastre estaba a punto de llegar.
En paralelo con otros monoplazas en la curva 3, Charles Leclerc, justo por detrás del alemán, creyó ver un hueco inexistente por el interior y lanzó su SF1000 con precipitación. El coche saltó en el badén interior, golpeó en su vuelo el alerón trasero de Vettel, arrancándolo, y dañó severamente la parte izquierda de su fondo plano, lo que tras pasar por boxes le llevaría a abandonar definitivamente en la vuelta 5. Los dos Ferrari fuera de carrera, en un nuevo encontronazo entre los dos pilotos. Un choque inútil y evitable, más aún un día en el que era importante rodar para comprobar las novedades introducidas con antelación. Pero para Leclerc, que se disculpó honradamente con su compañero y con el equipo por su error, era más importante ganar una posición en los primeros metros de una carrera a 71 vueltas. Agravamiento de una crisis que se va profundizando y que empieza a requerir de un director que imponga el orden en el equipo. Ese no es Mattia Binotto, que por lealtad y honestidad debería quizás presentar su dimisión, aunque eso no fuera a arreglar nada. Era un buen ingeniero, pero es incapaz de dirigir la Scuderia Ferrari, y eso sí que lo ha probado sobradamente.
Así que la carrera, tras el coche de seguridad que estuvo dos vueltas para recoger los restos del coque, siguió sin los coches pintados de color ‘rosso corsa’. Y Carlos Sainz empezó a sucumbir ante monoplazas con mejor rendimiento. Primero Bottas en la vuelta 6, luego Albon en la 8. El quinto lugar era sin embargo perfectamente viable para el español, que lo sostenía con solvencia frente a Ocon, pero luego frente a un brillante Ricciardo con neumáticos medios. Mientras tanto, Lewis Hamilton sabía contemporizar y aumentar lentamente la distancia con Verstappen, sin agotar los neumáticos, demostrando que lo ocurrido el pasado fin de semana puede ocurrir, pero no es la norma en el universo de pilotaje del hexacampeón
Sergio Pérez tomó la decisión de dar la emoción a esta carrera. Desde el decimoséptimo lugar de salida, pasando decimoquinto en la primera vuelta, en la vigésima ya era noveno y dispuesto a presionar a su compañero de equipo en Racing Point. Pero antes, tenían que empezar a pasar por boxes. Abrió el lance Max Verstappen, intentando protegerse de Valtteri Bottas, en la vuelta 25, y colocó los medios, mientras Esteban Ocon entraba en boxes con problemas de motor y abandonaba –lo que era una lástima tras la buena actuación del sábado del francés-. Hamilton respondió a Max en la vuelta 27 y colocó el medio, salió delante de Verstappen y desde ahí se dedicó a no cometer errores para ganar. Su compañero Bottas fue obligado a mantenerse fuera más vueltas para parar en la vuelta 31 y así poder atacar con los medios al final al Red Bull.
Justo antes, la carrera de Carlos Sainz se destrozó. Era la vuelta 33, entró a boxes para no tener problemas con Ricciardo o Pérez. Neumático medio listo, pero el trasero izquierdo decidió dar problemas. Lento, 7’2 segundos de parada, y como consecuencia estar detrás de Lance Stroll, y muy lejos de Alexander Albon, cuando volvió a pista en duodécima posición. De hecho, también Ricciardo salió por delante cuando paró en la vuelta 38 y puso los blandos. La carrera de Sainz estaba hipotecada, y encima se encontró con Pérez detrás al salir el mexicano de boxes. El Racing Point se lanzó en la curva 3, y Sainz se resistió durante la recta, pero al final, en un precioso paralelo en el exterior de la curva 4 y rematada en el interior de la 5, el mexicano se abrió paso hacia una carrera vibrante.
Primero llegó a Stroll, al que pasó en la vuelta 46. En la 49, Ricciardo fue superado. Pista libre hacia Alexander Albon, en cuarto lugar, a 5 segundos. El mexicano comenzó a empalmar vueltas rápidas de manera vertiginosa, exprimiendo por fin todo el potencial que el RP20 lleva en su interior. Y pese a que parecía difícil, en la vuelta 58 ya estaba pegado a Albon. Pero el tailandés, con una carrera absolutamente gris en la que Max Verstappen le sacaba más de medio minuto con el mismo coche, despertó y empezó a contener al Racing Point. La distancia era siempre inferior al segundo, Pérez buscando siempre el hueco que no aparecía. Hasta que lo hizo aparecer, en la vuelta 69, en la curva 4. Se lanzó al interior, pero Albon seguía en el exterior. Como un ‘deja vù’, la rueda delantera izquierda tocó la trasera derecha del Red Bull, que osciló hacia la izquierda camino de la escapatoria. El tailandés corrigió la trayectoria: esta vez no iba a haber trompo y perder la posición. Resistió, mientras el alerón delantero del Racing Point se desintegraba, muy dañado. Pérez había perdido la pelea –había evitado el barullo provocado por los Ferrari en la vuelta 1-, pero intentaría llegar a meta. Mientras tanto, unas vueltas antes, Lando Norris había llegado a la estela de Sainz, y en la vuelta 62 le adelantó con el beneplácito del español y su equipo. Y se fue. Y el británico decidió que las últimas vueltas en el Red Bull Ring tenían que volver a llevar su firma.
Lanzado como un poseso en busca de Stroll y Ricciardo, llegó a ellos en la vuelta 70, en la curva 3. Allí, Stroll se había lanzado a por Ricciardo al fin, pero entraron ambos pasados. Camino de la curva 4, Lando pasó a Ricciardo y atacaba a Stroll, que se resistía, pero finalmente lo adelantó en la siguiente vuelta. Ya era sexto. Justo antes, otro piloto había llegado a la estela de su predecesor: era Valtteri Bottas llegando a Max Verstappen. Mejores neumáticos y más velocidad. Vuelta 66, y camino de la curva 4 la presa estaba cobrada por el finlandés. ¿Cobrada? ¿Max Verstappen?
El holandés se revolvió por el exterior y se puso en paralelo con Bottas, que miraba a su izquierda incrédulo. Acelerando hacia la cinco, el Red Bull en el interior, defendiendo su segundo lugar, que conservó. Por poco, eso sí, porque a la siguiente vuelta, en la curva 4, Bottas se puso firme y ya no dio opción. Y se fue camino del segundo lugar y otro doblete para Mercedes. Carlos Sainz y Max Verstappen entraron en boxes y colocaron el neumático blando para lograr la vuelta rápida. Fue el español el que marcó la primera vuelta rápida de su carrera con un tiempo de 1’05’’619 en la vuelta 68, récord oficial del Red Bull Ring.
Pero el espectáculo no había acabado. Lando Norris había adelantado en la curva 4 de la última vuelta a Stroll. Por delante, Sergio Pérez renqueaba con un alerón delantero muy dañado. Como en el anterior Gran Premio, el británico estaba lanzado, y al llegar a la penúltima curva se encontró con Pérez. Golpe de volante, interior en la última curva, y quinta posición final para un Norris que es tercero del campeonato del mundo de pilotos. Pérez, pese a ser el piloto del día, salvó el sexto lugar in extremis en la línea de meta frente a Stroll y Ricciardo. Noveno llegó Carlos Sainz, con una carrera lastrada por una mala parada en boxes y que luego se vio afectada por un peor ritmo. Mantener el tercer puesto, sin una carrera con muchos incidentes, era una quimera, pero merecía más que ese puesto. Décimo, con una carrera silenciosa per efectiva, llegó Daniil Kvyat. Tras el ruso llegaron Räikkönen, Magnussen, Grosjean, Giovinazzi, Gasly, Russell –una salida en la primera vuelta condicionó toda su carrera- y Latifi.
Mientras Lando Norris asestaba el último golpe a Sergio Pérez, Hamilton ya estaba a mitad de su vuelta de honor. Una victoria sin paliativos tras un fin de semana de dominio, en el que el orden establecido y la lógica volvió a asentarse en la F1. Para que nadie olvide quién es el dueño y señor de esta era, por mucho que Valtteri Bottas aún sea el líder del mundial. Las carreras hay que hacerlas una a una, pero la superioridad de Mercedes, y de Hamilton, es excesiva. Hombre y máquina en una conjunción perfecta casi todos los fines de semana. Sólo Max Verstappen osa acercarse a ellos, sin lograrlo. El resto es un páramo, divertido por la competitividad en la zona media, pero demasiado vacío para pensar en que aparezca alguien que perturbe el dominio de las Flechas anteriormente conocidas como Plateadas.