Almacén F-1

Presente, pasado y futuro del deporte del motor

El viejo Spa Francorchamps.

Vuelve la F-1, y vuelve al mejor circuito de todo el año: el magnífico Spa-Francorchamps. Siete kilómetros de adrenalina, subidas y bajadas entre bosques. Pero hubo un tiempo en que Spa fue el doble de maravilloso.

Corría el año de 1920. Las carreras de coches o de motos estaban en pleno auge. Así que a dos aristócratas de Lieja se les ocurrió crear un circuito para organizar competiciones. Eran Jules de Their y Henri Langlois van Ophem. Decidieron crear un trazado triangular que uniera las poblaciones de Francorchamps, Malmedy y Stavelot, utilizando para ello las carreteras públicas. Pero el sueño se truncó cuando para la primera carrera, prevista para Agosto de 1921, sólo hubo un inscrito. Se tuvo que suspender.

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Así, la primera carrera celebrada en el mítico circuito de Las Ardenas tuvo que ser de motos, en 1922, y la primera de coches, en el mismo año. En 1925 ya se usó para carreras de Grand Prix: participaron 7 coches, y ganó Antonio Ascari a bordo de su Alfa Romeo.

La intención de los diseñadores era lograr un circuito rápido y retador. Y sin duda lo consiguieron. Sin embargo, al comienzo de la vuelta existía una horquilla que frenaba de inicio el ritmo: la Ancienne Douane, una desviación que comenzaba nada más pasar la curva “Eau Rouge” a la izquierda, y que por medio de una horquilla, salvaba el desnivel de la montaña, llevando a los competidores al inicio de la hoy conocida como recta Kemmel, que por entonces tenía curvas ligeras.

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Desde ahí, la locura: Les Combes, una pronunciada curva a izquierdas que daba paso a una zona de alta velocidad, con la interminable curva de Burnenville, a derechas, que se cierra al final y da paso a una sucesión de curvas izquierda-derecha-izquierda.

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Y entonces, se llegaba a la zona más rápida: la recta de Masta, que desembocaba en la temible curva de Masta, una rápida chicane izquierda-derecha por la que se pasaba sin levantar el pie a unos 300 km/h.

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Aquella era la curva más temible del trazado. Un error, y el accidente sería terrible, como bien supo Jackie Stewart en 1966 (Stewart dijo en 2011 que la curva más difícil a la que se enfrentó jamás fue Masta, mucho más difícil que Eau Rouge-Raidillon). Si la trazabas bien, salías disparado a una recta, la recta Holowell, que te llevaba a una horquilla a la entrada del pueblo de Stavelot. Desde ahí, una rápida sucesión de rectas y curvas denominadas La Carrière, pasando por las no poco temibles curvas de Blanchimont, hasta la horquilla de La Source, y de nuevo a meta. 14’9 kilómetros.

Pero no era lo bastante rápido para los organizadores. Y así nació en 1939 la curva más famosa del mundo en la actualidad: el Raidillon. No, Eau Rouge es sólo la primera curva de la impresionante subida, la que gira levemente a la izquierda. Cuando empieza la subida, a derechas, el Raidillon, que se completa con el rasante a izquierdas, que desemboca en Kemmel.  Así surgió la leyenda de una sucesión de curvas épica, en subida, y que sólo recientemente puede hacerse a fondo.

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No contentos con ello, en 1949 también se eliminó la horquilla que llevaba a Stavelot, y se creó una larga y rápida curva a derechas que se iba cerrando, evitando la población. Con ello se conformó el trazado clásico de 14’1 kilómetros.

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Allí se corrió Fórmula Uno hasta 1970, cuando los pilotos lo consideraron demasiado peligroso y rápido, y se negaron a volver. Ya en 1969 boicotearon la carrera, y sólo volvieron porque se habían puesto barreras en varias zonas. Pedro Rodríguez fue el último héroe en vencer en el viejo trazado. Las carreras siguieron ahí, pero de otras categorías. En 1973, en las 24 Horas de Spa, murieron tres pilotos, y, según contó el piloto Jochen Mass, un comisario yacía desmembrado en la chicane Masta. En aras a mejorar la seguridad, en 1975 se introdujo una chicane más lenta en Masta, pero se consideró más peligrosa incluso que la rápida original, de modo que ni siquiera se utilizó.

37 personas fallecieron, entre pilotos de coches, motos y comisarios, en el viejo Spa.

Spa, que fue definida por Jackie Stewart como “feroz como un tigre”, tenía las horas contadas. Ya no podía soportarse a este monstruo del pasado en una época en la que la seguridad cobraba importancia. En 1978 se celebraron aún las 24 horas en el viejo trazado. Fue el canto de cisne. En 1979 se inauguró el nuevo trazado, que enlazaba desde Les Combes hasta la aproximación a Blanchimont, cortando la magnificencia y la velocidad del gigante de 14 kilómetros, amputado a la mitad de su longitud, pero conservando su espíritu veloz y retador.

La Fórmula Uno volvió a Spa en 1983, y desde entonces ha faltado muy pocos años. Sigue siendo el mejor circuito del mundo. Y aunque no tiene nada que ver con el pasado, el Raidillon o Blanchimont siguen recordando a quien quiera escucharlas que el tigre puede despertarse en cualquier momento.

PD: queda la posibilidad de recorrer las carreteras por las que transcurrió el circuito, usar simuladores que lo han recreado, o escuchar este audio. Es una grabación hecha para la película «Grand Prix» de John Frankenheimer, que se publicó en un álbum llamado «The exciting sounds of Grand Prix». Esta pista es la dedicada a Spa, donde podemos oir a los coches pasar por la recta de Masta, y luego a Jochen Rindt desde Burnenville en adelante. Precioso:

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