120 años de la primera carrera de coches: la París-Rouen de 1894.
Fue un 22 de Julio de 1894. Hace ya 120 años. El periódico francés “Le Petit Journal” propuso una carrera de coches sin caballos, en la que se valoraría “que no fueran peligrosos, fueran fáciles de conducir, y baratos durante el trayecto”. 102 participantes pagaron el canon de participación de 10 francos, buscando el premio de 5.000 francos para el ganador.
Anuncio del concurso-carrera, 19 de diciembre de 1893.
La carrera (aunque no se le llamó así en su momento) se disputaría por las carreteras que unían París con Rouen, en total 127 kilómetros. Los participantes debían ir acompañados en sus vehículos por un mecánico, y por dos jueces de la competición. En total, cuatro personas por vehículo. Fue tal el interés que despertó esta competición, que 102 personas se inscribieron, lo que provocó la necesidad de realizar unas clasificatorias sobre un trazado de 50 kilómetros, a completar en 3 horas. Muchos no se presentaron, y al final fueron 26 los participantes.
En una época primigenia como aquella, sin embargo, ya había ideas interesantes en cuanto al tipo de propulsión. Se inscribieron (pero no participaron) coches a gas, a aire comprimido, a electricidad, hidráulicos… tecnologías muy interesantes y que se siguen estudiando hoy en día. Pero los participantes eran coches a combustión de gasolina.
A partir del 19 de Julio se celebraron las clasificaciones: cada 15 segundos salía un participante, que debía completar los 50 kilómetros en 3 horas. De ello surgieron los 21 participantes definitivos para la carrera.
Le petit journal, 22 de julio de 1984.
El 22 de Julio, a las 8 de la mañana, los participantes se prepararon en Port-Maillot, París, para arrancar la carrera. Una carrera prevista en dos etapas, puesto que estaba previsto un almuerzo de 12 a 13:30 en la ciudad de Mantes, desde la cual se retomaría la competición hasta Rouen, a donde se esperaba llegar a las 20:00 horas.
Los coches llegando a Mantes.-
El primero en llegar, tras 6 horas y 48 minutos, fue el Conde Albert De Dion, con su De Dion Bouton de 20 CV, a una media de 19 kilómetros a la hora, pero no sin problemas, porque en un momento de la carrera fue a parar a un campo de patatas, del que tuvo que ser rescatado. Su coche, sin embargo, era accionado por vapor, por lo que, aunque no cumplía con todos los requisitos técnicos (ya que requería un fogonero) se le concedió la segunda plaza, o la primera ex – aequo con el segundo, el Peugeot de Albert Lemaitre. Tercero, otro Peugeot, el de Auguste Doirot.
Le petit journal, 23 de julio de 1894. Crónica de la carrera.
Curiosamente, era el triunfo de un invento de Gottlieb Daimler (vaya, Mercedes ya ganaba por entonces…), el motor de explosión, que demostró su valía. Asistió entusiasmado a la prueba con su hijo, Paul, que recordaría años después:
“En la madrugada del día de la carrera, mi padre y yo estábamos cerca de Porte Maillot en París. Grandes multitudes se reunieron para ver lo que era un espectáculo único en el momento: la alineación de los vehículos para la carrera. Estos coches de carreras eran muy distintos en la forma, tamaño y tipo. Vehículos a vapor enormemente poderosos y pesados con remolque compitieron contra filigranas a vapor de tres ruedas, y éstas a su vez en contra de los vehículos con motor de gasolina. Todos ellos habían llegado con la misma ambición, es decir, ser el primero en llegar a Rouen y el primero en estar de vuelta en Porte Maillot en París.
«Nosotros mismos acompañamos la carrera en coche. Los diferentes tipos de vehículos hicieron las impresiones más peculiares de los espectadores. En los vehículos a vapor pesados, vimos fogoneros, chorreando de sudor y cubiertos de hollín, palear material de combustión en los hornos. Vimos a los conductores de los pequeños de tres ruedas a vapor, controlar la presión y el nivel del agua en la caldera tubular pequeña, elaboradamente construida, y ajustar el horno de gasoil en todo momento. Y entonces vimos a los controladores de la gasolina y los vehículos con motor de petróleo, perfectamente relajado tras el volante, operando las palancas de una y otra vez – como si estuvieran en un viaje de placer-. Era una mezcla verdaderamente rara y sigue siendo inolvidable para mí… «.
También un corresponsal de la época cuenta sus impresiones:
«Mi propia opinión es que el vapor es bastante inadecuado para las personas privadas que desean conducir sus propios coches. Las objeciones a la utilización de petróleo, o más bien la gasolina, son, en primer lugar, el olor, el cual, cuando el motor está funcionando correctamente, es casi ausente; y, en segundo lugar, la vibración mientras está en reposo. Yo estaba ansioso por ver el motor eléctrico, que se había inscrito, pero no apareció.”
Este concurso, o prueba, o carrera, o como la queramos llamar, dio inicio a una escalada de pruebas automovilísticas que acabaron creando un deporte específico. Fomentaron el avance, la investigación, el desarrollo, el acercar al pueblo las tecnologías más avanzadas del momento.
Si miramos atrás desde nuestra posición, eran feos, lentos e incómodos. Pero eran unos visionarios, unos aventureros a los que, gracias a su pasión e interés, debemos ese maravilloso invento que es el automóvil, y su vertiente competitiva.
Lo más llamativo de todo es que hoy, que el mundo busca una respuesta al petróleo, no nos damos cuenta que las energías alternativas se investigaron desde el mismo origen del motor y del automóvil. Sólo hay que desempolvar la historia, y celebrarla.
Eso… y que un motor de patente Daimler-Benz ya era la referencia tecnológica. La historia es cíclica, dicen.
Hace 120 años del inicio de un deporte que ha maravillado a millones de personas. Esperemos que por muchos más.
P.S. 1: Aquí, un reportaje en inglés: http://www.theengineer.co.uk/Journals/2013/07/31/j/i/t/Road-carriage-competition—The-Engineer-27-07-1894.pdf
P.S. 2: Aquí, imágenes de algunos participantes: http://www.dlg.speedfreaks.org/archive/book/images/1894%20Paris%20Rouen%20Trail%20images.pdf