G.P. GRAN BRETAÑA 2014: VETTEL vs. ALONSO.
Gran Premio movido el de Silverstone. Con sorpresas inesperadas y accidentes fuertes. Por suerte no hay que lamentar nada, salvo puntos perdidos o coches para reconstruir. El accidente de Kimi Räikkönen en la primera vuelta fue muy fuerte, el choque contra las protecciones de manera frontal, y rebotando después sin control por medio de la pista, puso el miedo en el cuerpo de toda la comunidad automovilística. Uno no se explica cómo en 2014 hay una valla tan cerca de la pista en un circuito, aunque sea en una recta, pero más aún, cómo puede haber un bache tan fuerte en lo que debería ser un tapiz para la práctica del automovilismo. Por fortuna, Kimi salía en la parte trasera de la parrilla, y los relativamente pocos competidores que le perseguían estuvieron hábiles, especialmente Felipe Massa, que en el último momento provocó un derrapaje para no tener un encontronazo frontal con su excompañero de equipo, pese a que ello le costó el fin de su carrera. Por suerte, decimos, todo se quedó en un susto y miles de euros destrozados. Podría haber sido mucho peor.
La bandera roja dio lugar a una salida bajo safety car. Rosberg se fue sin problemas, y Hamilton tardó poco en ponerse segundo, pero en la distancia, que poco a poco fue recortando. Sin embargo, fue un problema de caja de cambios el que hizo abandonar a Rosberg, y sumar su primer abandono de la temporada. Hamilton no lo desaprovechó, y sumó una victoria que vuelve a comprimir la cabeza de la clasificación.
Por detrás, la carrera del día la protagonizó Valtteri Bottas y su Williams. De decimocuarto en parrilla (inicialmente), subió a 9º en la primera vuelta. En la nueva salida, destapó el tarro de las esencias, realizó uno de los mejores adelantamientos de la jornada (en Stowe, por fuera, a Jenson Button, en una curva muy rápida), y se fue encaramando al podio, hasta ser segundo. Absolutamente brillante el finlandés, que encadena su segundo podio consecutivo. El Williams funciona, recibe mejoras sólidas, y no se desinfla. Es maravilloso volver a ver a este histórico equipo en los puestos de cabeza, donde les corresponde por historia.
Tercero un inteligente Ricciardo que maximizó todas las opciones estratégicas. Parecía estar en ninguna parte, no hizo una carrera llamativa, y de repente estaba tercero sin intención de volver a parar, conservando los neumáticos, y obteniendo un nuevo podio. Daniel es un piloto muy interesante, ha madurado excelentemente, y apenas comete errores o va descontrolado. Red Bull tiene a otro piloto puntero, y como tal lo cuida.
Y llegamos al duelo de la carrera, y posiblemente del año. Mucho tiempo esperando el encuentro en pista entre Fernando Alonso y Sebastian Vettel. Y llegó a falta de 18 vueltas, cuando Sebastian salió de boxes justo delante de Fernando.
Ayer, le pese a quien le pese, el Ferrari funcionaba. El desastre en clasificación fue un (cruel) espejismo. De no haber sido un buen coche, como por ejemplo fue terrible en Bahrein, Alonso no hubiera hecho la remontada que hizo, hasta la sexta posición. Sexta posición falsa, porque sin el error del piloto en la salida, colocándose ostensiblemente fuera de lugar –lo que le valió una sanción de 5 segundos-, hubiera podido pelear por el podio (era 4º cuando entró por única vez a boxes). Por supuesto, ni qué decir tiene que las manos del asturiano ayudaron y mucho, pero este fin de semana el Ferrari se adaptaba decentemente al trazado inglés, lo cual, por otro lado, suele ser costumbre.
Decíamos que Vettel salió de boxes justo delante de Fernando. Éste llevaba unos neumáticos con 8 vueltas ya, mientras Vettel disponía de un juego fresco de blandos. Punto a favor para el alemán. Sin embargo, el Ferrari era más rápido en recta, y el alemán no iba a poder aprovecharse del DRS en todo el tiempo que estuvo detrás. Punto a favor del español. El Red Bull tenía un comportamiento más estable en las curvas rápidas, clásica característica del equipo. El Ferrari no desmerecía como otras veces frente al equipo austríaco. Pequeña ventaja para Vettel.
Pues bien, con Fernando detrás de Vettel, aprovechó el estado frío de los neumáticos de Sebastian, aprovechó el DRS para acercarse aún más, trazó abierto la curva Luffield para salir con más tracción, y se emparejó con Vettel en la antigua recta de meta, dirección a la rapidísima Copse, por el lado exterior, con el alemán tratando de proteger el interior. Fue en vano. Al llegar a la curva, Alonso iba un poco por delante, le echó todo el arrojo del mundo, y dejó a Sebastian pensando cómo lo había hecho (pasaron unas dos vueltas hasta que se reanudó la pelea). Magistral Fernando, en un movimiento que recordó al de Suzuka 2005 en la muy similar (pero a izquierdas) curva 130R, a Michael Schumacher.
Pero Vettel no se rindió. No conservó nada. No esperó la degradación de los neumáticos de Alonso para adelantarle con facilidad usando el DRS. Se lanzó como un poseso contra el español, tratando de superarle como fuera. El espectáculo automovilístico fue de gran calidad. Los dos mejores pilotos de la parrilla, en condiciones más o menos similares (Alonso diría después que poco antes habían estado a punto de retirarse, pero sus tiempos por vuelta no dicen eso, y su mejor vuelta de carrera fue la última), peleando cuerpo a cuerpo.
Pero no se puede negar que hubo cosas desagradables. Vettel se quejaba de que Alonso no le dejaba espacio. Alonso, de que Vettel excedía los límites de la pista. Y ambos tenían razón, pero fue lamentable por ambos, como una pelea de colegio en la que el único argumento es “y tú más”. No era necesario, chicos. Los dos hicisteis trampas. Los dos jugasteis sucio. Los dos disteis un espectáculo memorable.
Cuando Vettel, aprovechando el DRS, se lanzaba a por Alonso en Brooklands, Alonso aguantaba como fuera la posición, e incluso se lanzaba abierto obligando a Vettel a levantar el pie y corregir la trazada. Luego, en la curva siguiente, Luffield, si Vettel entraba abierto para conseguir una mejor tracción, Alonso le arrinconaba contra el exterior, dejando sin maniobra al alemán. Si Vettel entraba cerrado, Alonso se cerraba aún más dejando sin hueco al alemán. Por su parte, Vettel solía salirse de la pista, especialmente en Copse, lo que le daba una mayor velocidad de paso, y de salida de la curva, permitiéndole acercarse más al español.
Vettel se quejó de que Fernando le hacía levantar el pie y no le dejaba espacio para pasar. Fernando, cuando al final fue rebasado, que Vettel debía devolverle la posición porque el adelantamiento había sido ilegal. Y mientras tanto, Charlie Whiting, el sheriff del corral, se partía de risa al ver cómo le pedían justicia, olvidando que el único que tiene poder para fulminar a alguien es él, y que a él nadie le dice qué hacer.
Esa parte de la lucha no fue bonita. Pero no fue sorprendente esa actitud por ninguno de los dos. Ya lo han hecho en el pasado, y lo seguirán haciendo. Son dos monstruos competitivos que buscarán el mínimo resquicio para obtener una ventaja, por pequeña que sea. Si es quejándose, será quejándose. Eso sí, sorprende al que escribe el ensañamiento en las redes sociales hacia Sebastian Vettel, cuando lo mismo se podría decir de Fernando Alonso. Y también de Michael Schumacher, Mika Hakkinen, Damon Hill, Alain Prost, Ayrton Senna, Nigel Mansell… los cuales, medidos con este rasero, fueron todos una pandilla de llorones y tramposos.
Pero no nos desviemos de lo importante. Vettel atacaba maravillosamente. Alonso se defendía como un maestro. Que Vettel ha madurado es innegable, y supo bregarse con fortaleza con Alonso, que no es precisamente manco en estas lides. Lo que se vio, más allá de estupideces dichas por radio o en rueda de prensa, fue lo que hace que millones de personas en todo el mundo sigan este deporte con tanta pasión. Dos campeones de leyenda luchando a brazo partido. Trazadas diferentes, amagos, casi toques. Y entonces, llegó la resolución, en la vuelta 47.
Por la recta hacia Brooklands, Vettel hace uso del DRS y se acerca a Alonso, que protege el interior. Sebastian, por fuera, parece adelantarlo, pero Fernando aguanta el interior, y se abre un poco hacia el exterior para forzar al alemán a levantar para no salirse de pista, y así hacerle perder el interior de la siguiente curva a derechas. Vettel entonces se abre un poco, Alonso lo ve y también se abre, pero entonces Vettel cierra la trazada y comienza a meter el morro de su coche ya en la salida de la curva. A partir de ahí, 10 segundos en paralelo, acelerando, acercándose hasta casi tocarse. Era una cuestión de testosterona lo que se dilucidaba ahí, porque el premio, un 5º puesto, tampoco era especialmente goloso para ninguno de los dos. Pero perder contra el otro era inaceptable para ambos. Alonso se mueve a la derecha para intimidar a Vettel. El de Rede Bull se mantiene, y en cuanto puede se mueve a la izquierda para hacer lo propio con el de Ferrari. Por momentos se masca el toque, olvidando que son dos maestros en la plenitud de su arte, controlando la velocidad y el espacio con facilidad. Llegando a Copse, Alonso lleva un tercio de coche por delante, pero ¿puede esta vez aguantar por el exterior?. ¿Vettel va a levantar en el último momento?. Están a pocos centímetros, y de repente, un hachazo a la derecha y Sebastian Vettel adelanta a Fernando Alonso en el mismo sitio en el que este le había adelantado, pero por dentro. Ambos adelantamientos, hermosos, intensos, y de la vieja escuela (nada de DRS ni tonterías). Ambos titánicos.
Y se fue alejando un Red Bull. Pero la lucha, llena de emoción, de respeto por el contacto, fue de las legendarias, de las que deben guardarse en la memoria (o en el enlace pertinente de youtube) porque surgen pocas. Mansell-Senna, España 91, Prost-Schumacher-Senna, Gran Bretaña 93, Schumacher-Hill, Bélgica 95, Hakkinen-Schumacher, Bélgica 2000, Alonso-Schumacher, San Marino 05 y 06… Parecen muchas, y algunas se quedan en el tintero. Pero no son tantas. El tremendo arte de la confrontación automovilística es un bien escaso y en peligro de extinción. No lo ridiculicemos con absurdas acusaciones, sea entre pilotos, sea por los aficionados.
Gracias, Sebastian. Gracias, Fernando.