G.P. Portugal 1993: Alain Prost, Tetracampeón.
Tal día como hoy hace 20 años, un 26 de Septiembre de 1993, Alain Prost conseguía su 4º Campeonato del Mundo de Fórmula 1, convirtiéndose así en el que más se aproximaba a Fangio en títulos conseguidos. Pero esta historia no comienza tal día como hoy, sino a finales del año 1991.
29 de Octubre de 1991: Ferrari anuncia el despido inminente de Prost, que no correrá la siguiente prueba, el G.P. de Australia que cierra el Campeonato. Tras la carrera de Japón, el piloto francés había explotado:
“El coche es como conducir un horrible camión. No hay placer en absoluto. He subrayado los defectos de la Ferrari durante toda la temporada, pero nadie ha escuchado ni una palabra.”
(Ferrari 642, 1991, ex-Prost)
Pero Ferrari sí que escucha, en palabras de Claudio Lombardi, team manager del equipo desde el despido de Cesare Fiorio en Mayo de ese año: “Siempre estamos preparados para recibir críticas constructivas sobre el equipo, pero Prost hizo demasiadas críticas fuera del equipo”.
Prost, a quien el fulminante despido le coge descansando en Australia, dice: “El tratamiento que me ha dado Ferrari ha sido brutal”. A lo que la Scuderia responde con un elegante: “El carácter de Prost no era acorde con nuestros estándares.”
La cuestión es que el francés no tiene equipo para 1992. McLaren, con Senna a bordo, es impensable. Williams, con Mansell , también. La escudería francesa Ligier le ofrece un volante, pero tras probar el coche, Alain Prost decide tomarse un año sabático.
Pero sabático no significa exactamente de descanso. La palabra proviene del hebreo “Sabbath”, y aunque originalmente se refería al descanso de la tierra en su uso agrícola para su regeneración, actualmente se aplica al período de tiempo que los profesores dedican al estudio, a la investigación o la realización de actividades que conlleven la superación académica.
Y Prost, apodado “El Profesor”, hace exactamente eso. No se aleja de la Fórmula Uno, sino que se enrola como comentarista para la televisión francesa. Estudia las posibilidades, los mejores coches, el futuro. Y lo ve claro: Williams-Renault es el coche con el que volver. Contacta con Frank Williams, y firma un contrato para las temporadas de 1993 y 1994. Senna, que anhelaba ese volante, estalla el viernes del Gran Premio de Bélgica de 1992:
“Una cláusula en el contrato de Prost impide que me una al equipo. Con la ayuda de Renault, Prost firmó un contrato hace unos meses. Ese contrato incluye una cláusula de veto contra mí. Frank Williams quería darme un coche, y creo que Renault también, pero no se puede llegar a un acuerdo estando Prost en contra. Hemos intentado encontrar soluciones, pero Prost las rechaza. Estoy muy decepcionado con su actitud.”
En teoría, la dupla de Williams para 1993 iba a ser Prost-Mansell. Pero Mansell, ya campeón en 1992, se descuelga con unas condiciones salariales que Frank Williams no puede asumir. Eso unido a que en 1990 tampoco tuvo una buena relación con Prost en Ferrari, precipita la retirada del británico de la F-1, yéndose a correr la Indycar estadounidense. El elegido para acompañar a Alain es el piloto probador del equipo, Damon Hill.
Mientras tanto, Ayrton Senna no tiene más remedio que permanecer en McLaren, pero con un contrato carrera por carrera, teniendo que ver cómo Honda abandonaba la competición y se llegaba a un acuerdo con Ford para el suministro de motores. Pero son motores “cliente”, no los oficiales, cuyo contrato exclusivo está en manos de Flavio Briatore para su equipo, Benetton, y su estrella emergente, Michael Schumacher.
Así que Prost, inteligentemente y con mucha habilidad, ha conseguido el mejor coche. Porque el FW15C, nieto del ya bueno FW14 de 1991, e hijo del asombroso FW14B de 1992, es un arma total, con su refinada electrónica, su suspensión activa, su control de tracción, el fantástico motor Renault y el diseño de Adrian Newey. Prost jugaba a carta segura.
Pero la temporada 1993 no iba a ser un camino de rosas, al menos al principio, para el francés. Eso sí, en la prueba inaugural, el G.P. de Sudáfrica en Kyalami, pole y victoria. Detrás, en el segundo escalón del podio, Ayrton Senna.
La segunda carrera es Brasil. Pole, dejando a casi 0’9s a Hill, y a 1’8 a Senna. Aplastante. Pero en carrera, tras liderar con comodidad al principio, ve como los cielos se abren en una lluvia torrencial a partir de la vuelta 27. Senna entra a por neumáticos de lluvia, pero Prost sigue en pista, confiado en que es un chaparrón. Sin embargo, va a más, y tras los accidentes de Katayama y Suzuki en la recta de meta motivados por el acuaplaning, sale el Safety Car (la primera vez que se vió en Fórmula Uno). Prost no llega ni a verlo: al comenzar la vuelta 30, llegando a final de recta, pierde el control del coche, golpea al monoplaza de Christian Fittipaldi (trompeado en la primera curva), rompe el morro y tiene que abandonar atrapado en la puzolana, ante las efusivas muestras de alegría de la “torcida” brasileña. Para colmo, Senna gana. Senna es líder del Mundial.
La tercera carrera del Mundial es el G.P. de Europa, en Donington. Y tercera pole para el francés. Pero el domingo… lluvia. Poco hay que decir de esta carrera, la mejor de Ayrton Senna, una demostración de pilotaje que aún se recuerda, haciendo honor a su apodo de “Magic”. De 5º a 1º en una vuelta. Todos los pilotos doblados, menos Hill, segundo a 1m 23.199s. Prost, casi humillado, es al menos 3º. Ha parado en boxes 7 veces por 5 de Senna. ¿Qué le pasa a Prost con la lluvia?. Él sostiene que nada en absoluto. ¿Quizás aquél fuerte accidente de Mónaco ’82, en su tercera temporada, le dejó huella?. Él insiste incluso hoy: “La gente no entiende que quizás mi mayor placer fue conducir un F-1 cuando estaba mojado”. Pero también decía que “no estás bajo control cuando no hay visibilidad: puede haber un coche frente a tí o no”.
Peor aún, al acabar la carrera, Prost se queja: “Mi coche era casi inconducible. He estado a punto de abandonar.” Senna le contesta: “Deberías cambiarme el coche”. Senna tiene 26 puntos, Prost tiene 14. Y Prost se preocupa. Se lamenta amargamente de que el embrague del coche es muy débil, y teme dañar el coche.
Hay que volver a la senda del triunfo. No puede dejar que Senna siga haciendo milagros. Y es justo lo que hace: en las siguientes 7 carreras, gana 6, y es 4º en la otra (Mónaco, donde gana por sexta vez Senna). El brasileño, sin embargo, sólo tiene esta victoria, un segundo, dos cuartos, un quinto y dos abandonos. A falta de seis carreras, el Campeonato está encarrilado: Prost tiene 77 puntos, Senna 50.
Las siguientes tres carreras (Hungría, Bélgica y Japón) son ganadas por su compañero de equipo, Damon Hill, sumando Prost dos abandonos y un tercer puesto, mientras Senna suma los mismos abandonos y un cuarto lugar. En Bélgica, sin embargo, se produce un hecho decisivo para el futuro de la competición. En los entrenamientos libres del viernes, Alex Zanardi, a bordo de su Lotus, tiene un espeluznante accidente en Eau Rouge, que no tuvo consecuencias trágicas por pura fortuna, y “sólo” se saldó con una conmoción cerebral que le obligó a perderse el resto del año. La causa: un fallo en la suspensión activa. Es la puntilla que necesitaba el entonces presidente de la FIA, Max Mosley, para prohibir algo con lo que ya no estaba de acuerdo: para la temporada 1994 se eliminarían el control de tracción, la suspensión activa, y toda ayuda electrónica al piloto, además de reintroducir los repostajes.
https://www.youtube.com/watch?v=scHdhnqO3Nc (Accidente de Zanardi en Bélgica 93)
Y se llegó a Portugal. El máximo rival de Prost ya no era Senna, sino su compañero Damon Hill, segundo en la clasificación con 58 puntos por 81 del francés. Senna es tercero con 53. Prost está ante una bola de partido. Lo ve tan claro, que el mismo viernes del Gran Premio anuncia su retirada de la Fórmula Uno. Horas después, Senna anuncia que dejará Mclaren a final de año. El movimiento está claro: Senna irá al fin a Williams.
El Gran Premio de Portugal tiene una sorpresa: Mika Hakkinen, piloto de pruebas de Mclaren, sustituye a Michael Andretti, y vuelve a competir tras su paso por Lotus en 1991 y 1992. En la clasificación, bate al mismísimo Ayrton Senna, obteniendo la tercera posición. ¿La pole? Para Hill, con Prost muy cerca. La carrera comienza con buenas noticias para Prost: Hill cala el coche en la vuelta de formación y tendrá que partir último. Vía libre para el francés. Pero no tanto: sale lento, y es superado por los Mclaren y por un indomable Jean Alesi que a los mandos de su Ferrari se coloca primero, con Senna a su espalda, y luego Hakkinen y Prost. El francés no se inmuta. Mantiene la calma, piensa en el campeonato, no tiene sentido tomar riesgos. Y entonces, en la vuelta 20, el motor de Senna estalla: un rival menos, porque aunque Hill viene remontando, está lejos. Con las primeras paradas, Prost se pone líder. Cuando él para, sale detrás del Benetton de Schumacher. Le presiona, está cerca, le demuestra que puede pasarlo. Pero no tiene sentido arriesgarse si con la segunda posición el campeonato está ganado. Desde la vuelta 30 hasta el final, la 71, Schumacher lidera con Prost a su espalda.
https://www.youtube.com/watch?v=tN3qQKz2sTU (GP Portugal 1993)
Al bajar la bandera de cuadros, se acabó. Alain Prost se convertía en el único tetracampeón del mundo. La demostración que se propuso estaba conseguida: podía volver, y podía ganar. Nadie podía imaginar aquél día que quienes le acompañaban en el podio, el vencedor Schumacher y el tercer clasificado, Hill, iban a ser, por ese orden, sus sucesores en el trono de los campeones. Todo el mundo hubiera puesto su dinero en Senna. Tras la carrera, las explicaciones de Prost:
“No lamento no poder batir el récord de Fangio: podía planear seguir un año más y luego otro para lograr seis, pero en las últimas semanas ha habido gente que ha hecho planes y he querido ayudarles con mi decisión de retirarme. Llevo 22 años compitiendo. Ha llegado el momento de dejarlo y nunca mejor que ahora, como campeón”.
Porque Williams quería a Senna, y Prost ya no quería más luchas. Estaba en paz consigo mismo, con su palmarés. No hay nada como sentirse satisfecho. Tiene 38 años. Es el momento de irse, y de hacerlo a lo grande.
Quizás sólo queda algo por hacer. Reconstruir algo roto. Recuperar la tranquilidad total con su más íntimo enemigo, que una vez fue su amigo. Queda Ayrton Senna. En el Gran Premio de Australia, se firma la paz definitiva de la forma más hermosa que pudiera pensarse: Senna gana la carrera, Prost es segundo. Camino del podium, Senna había empezado a charlar un poco, y le dijo: “¿A qué te vas a dedicar ahora?”. “Aún no lo sé”. “Vas a engordar”, dijo Senna, y sonrió. En el podio, de repente, Prost le tiende la mano, y Senna se la estrecha. Al instante, Senna hace subir al primer escalón del podio a Prost. Se abrazan. Sonríen. Es el fin de una rivalidad intestina, dañina, con un gesto espontáneo. Es la reconciliación más esperada. Nadie podía ni siquiera imaginar que era la última victoria de Senna, incluso su último podio. Y es con Alain, a quien echará de menos al año siguiente.
https://www.youtube.com/watch?v=vjL2Qc2SQuU (GP Australia 1993, podio)
Alain Prost, cuyos ejemplos eran Jackie Stewart y Niki Lauda. Un piloto frío que sabía conservar, que sabía cuándo atacar, que no gustabs de subirse por los pianos por no dañar el coche, según él mismo dijo. Cerebral, sabía utilizar juegos psicológicos, hacía caer en la trampa a los rivales presionando incluso desde la distancia (recuérdese el G.P. de Mónaco de 1988, cuando Senna le sacaba una distancia abismal, y Prost, para presionar, marca una vuelta rápida. Senna picó aquél anzuelo, y forzó sin necesitarlo, llevándole a un estrepitoso error y al abandono en una carrera ganada). Polémico, político, inteligente, odiado (“solía decir a la gente: ‘¿Eres fan de Ayrton Senna? De acuerdo, está bien, pero por favor, ¡no me odies!”) y querido, trabajador incansable. Respetado. De trazada siempre limpia, de manejo elegante. Siempre veloz. Siempre efectivo: “para mí lo ideal es conseguir la pole con el mínimo esfuerzo y ganar la carrera a la menor velocidad posible”. Sus 106 podios le conceden una estadística del 53’27%; sus 51 victorias aún le mantienen como el segundo piloto con más triunfos.
Hasta ahora, el único tetracampeón de la historia. Pronto tendrá que hacer hueco en su exclusiva parcela, si nada lo evita, a Sebastian Vettel. Pero eso nunca podrá hacer palidecer la tremenda leyenda que es y será ese enjuto y brillante francés llamado Alain Prost, “El Profesor”.