Rush ante su propio reto.
Andreas Nikolaus Lauda. La computadora, como le apodaban. El Campeón del Mundo en título.
James Simon Wallis Hunt. “The Shunt”, el accidentes. El aspirante mujeriego y vividor.
Dos caracteres muy diferentes, pero que compartían un respeto mutuo y amistad. Dos pilotos llamados a luchar por un título mundial, con un verdadero drama de por medio.
Eso es lo que nos espera con “Rush”, la película que llega a los cines este fin de semana, y que viene precedida de mucha expectación. ¿Cumplirá con lo que se espera o será una dramatización típica de Hollywood?. El modelo con el que se comparará no es “Driven”, la terrible película sobre la Indy Car protagonizada por Sylvester Stallone, ni mucho menos con la saga “Fast and Furious”. El referente, la piedra de toque, será una película de 1966: “Grand Prix”, de John Frankenheimer. Un film que capta con total realismo la crudeza de aquellas carreras, la forma de ser de aquellos pilotos forjados a base de riesgo y valentía. “Grand Prix” no tenía ni un solo efecto por ordenador, algunos actores condujeron ellos mismos, y contaron con la ayuda inestimable de varios pilotos profesionales para varias escenas. Más que una película, casi un documental, si bien no verídico, si exacto en cuanto a cómo era todo aquello. Y con imágenes reales de las carreras de la temporada.
Ahora llega esta película dirigida por el oscarizado Ron Howard. Y no hay duda de que ha elegido una de las temporadas más dramáticas de la Historia de la Fórmula Uno: la de 1976.
Lauda iba lanzado hacia el título. 7 podios en las 7 primeras carreras, incluyendo 4 victorias. Hunt, tan sólo una victoria y un segundo puesto, más un 5º lugar; el resto, abandonos. Nada podía presagiar que Niki Lauda no sería bicampeón del Mundo al finalizar la temporada. Pero en el deporte del motor, y más en el de aquella época, nada podía preverse. El riesgo era perpetuo. La muerte podía esconderse en la siguiente curva.
La décima carrera de la temporada, en el majestuoso pero temible Nürburgring fue la prueba de ello. El circuito era una concatenación de curvas, subidas, bajadas, saltos… bordeado por barreras sin ninguna escapatoria, árboles, montañas… Un “Infierno Verde” (como lo definiría Jackie Stewart) tan atractivo como temido. Tanto, que en las reuniones previas de los pilotos, se planteó la posibilidad de boicotear la carrera por su peligro. Pero, según Lauda: «Algunos de ellos querían parecer valientes, otros eran simplemente demasiado estúpidos para saber lo que estaban haciendo”. Y añadió: «Mi opinión personal es que el circuito de Nurburgring es muy peligroso para conducir en la actualidad. En cualquiera de los circuitos modernos si algo se rompe en mi coche tengo un 70/30 de oportunidades de que vaya a estar bien o vaya a estar muerto. Aquí, si uno tiene cualquier fallo en el coche, es el ciento por ciento de muerte!”.
Hunt hizo la pole. Lauda fue segundo. Al final de la segunda vuelta de la carrera, sólo 14 de los 26 coches clasificados pasaron por meta. Era evidente que algo había pasado. Lauda, aproximándose hacia la horquilla de Bergwerk, que era precedida por un rápido giro a izquierdas, perdió el control de su Ferrari y chocó contra las barreras, estallando en llamas y rebotando hasta detenerse en mitad de la pista. Guy Edwards, que rodaba tras él, pudo esquivarlo. Brett Lunger no, y lo embistió. Poco después, Harald Ertl chocó contra ambos. Lauda estaba en mitad de una bola de fuego, agitando los brazos, incapaz de liberarse de los cinturones. Edwars, Lunger, Ertl y Arturo Merzario bajaron de sus monoplazas para socorrerle. Tras extraerlo, Lauda seguía consciente, pero terriblemente quemado. El “Infierno Verde” había mutado en el Infierno. A secas.
Mientras Lauda era llevado al hospital, Hunt venció el último Gran Premio disputado en el Nürburgring. Ningún Fórmula Uno volvió a rugir en carrera en aquél tremendo escenario.
Lauda estaba grave. Al tercer día, un sacerdote acudió para darle la extremaunción. Pero Lauda se aferró a la vida: “El sacerdote no dijo nada bueno, nunca mencionó la posibilidad de que podría recuperarme. Eso es muy malo. Ellos deben darte algo de aliento. Estaba tan enfadado que yo sólo quería gritar: «¡HEY, detener esto. ESTA ES LA PEOR CAGADA QUE USTED HACE EN SU VIDA Yo no voy a morir!».
Y no lo hizo. Su rostro quedó marcado, nunca quiso someterse a cirugía estética (tan sólo para reconstruir sus párpados). Nadie creía que sería capaz de volver a pilotar. Pero tan sólo seis semanas después de su accidente, y cuando Hunt estaba a sólo dos puntos del liderato que aún conservaba Lauda, éste anunció que volvía a correr. En Italia. En Monza. Hunt se retiró de la carrera. Lauda logró un impresionante 4º puesto.
En las dos carreras siguientes, Hunt logró dos victorias, mientras que Lauda sólo pudo sumar un octavo y un tercer puesto (en Estados Unidos). La carrera final decidiría el título. Sería en el estreno del Gran Premio de Japón en el nuevo circuito de Fuji.
Llovió a mares, incluso con niebla. Tan intensamente que los pilotos se reunieron para suspender la carrera. No hubo unanimidad. Lauda, tras meditarlo, tenía tomada su decisión.
Hunt salía segundo. Lauda tercero. Al acabar la primera vuelta, Lauda detiene su Ferrari y se baja. Se retira de la carrera. El líder del Mundial no está dispuesto a correr más riesgos. Pero no tiene miedo a correr. Era como un plan preconcebido. Poco después, abandona Carlos Pace, seguido de Emerson Fittipaldi diciendo que las condiciones son imposibles. Nadie más abandonó por esta causa. Con Lauda fuera, Hunt necesitaba ser 3º para ganar el título. Sin saberlo al cruzar la línea de meta, lo había conseguido. Por un punto.
Pero, ¿hubo un perdedor aquella temporada?. Piénsalo. Hunt mereció el campeonato, pero Lauda también. Fue una lucha titánica de velocidad, contra la muerte y contra el tiempo. Contra sí mismos, especialmente en el caso de Lauda.
Dos personajes poliédricos que esta película tendrá que captar. Captar el alma de un piloto, lo que piensa, lo que siente, es el reto al que se enfrenta. Si se queda en llamativos efectos, podrá ser buena, pero no genial. Lauda, Hunt y una temporada como la de 1976 merecen ser contados con la dignidad y la intensidad que ambos pusieron en la pista.